Y a pesar de todo, le pide por sus bienes de fortuna, por su esposa y por sus hijos; no le da vergüenza dirigir la palabra a un objeto que no tiene vida. Para pedir la salud, acude a un ser que no la tiene;
Sin embargo, ese mismo carpintero no siente la menor vergüenza de hablarle al ídolo, y de pedirle por su esposa, por sus hijos y por su casa. Es tan tonto que cuando está enfermo, le pide ayuda a una figura sin vida.