pues, ¿quién podrá pedirte cuentas de lo que haces u oponerse a tu sentencia? ¿Quién podrá acusarte de haber destruido naciones que tú mismo hiciste? ¿Quién puede levantarse contra ti para defender a los malvados?
En realidad, nadie puede regañarte por nada de lo que tú haces. Nadie puede condenarte por destruir a las naciones que tú mismo creaste. Nadie puede enfrentarse a ti para defender al culpable.