lo acompañó al calabozo y no lo dejó en la cárcel, sino que le entregó el cetro de rey y le dio poder sobre sus opresores; demostró la mentira de los que lo acusaron y le dio gloria eterna.
Lo acompañó cuando estuvo preso y lo sacó de la cárcel. Lo puso como gobernante de Egipto y le dio dominio sobre sus enemigos. Demostró que sus acusadores mentían y, por eso, lo hizo famoso para siempre.