«Señor, Dios de mi antepasado Simeón, en cuyas manos pusiste la espada para castigar a esos extranjeros que forzaron y deshonraron a Dina, joven soltera a quien desnudaron para violarla, profanando su seno; a pesar de que tú habías prohibido hacer tales cosas, ellos lo hicieron.
«¡Dios mío! ¡Dios de mi antepasado Simeón! Tú dejaste que él tomara venganza de los extranjeros que violaron a Dina. Ellos no obedecieron tu ley, sino que la ofendieron al desnudarla para violarla.