de la matanza de nuestros hermanos y de la destrucción de nuestra patria, entre las naciones de las que seremos esclavos. Nuestros conquistadores se burlarán de nosotros y nos insultarán.
Además, Dios nos culparía de la muerte y esclavitud de nuestra gente, y de la destrucción del país. Y por si eso fuera poco, nuestros enemigos se burlarían de nosotros y quedaríamos en ridículo.