Entonces hizo que la gente se dispersara y que volviera cada uno a su puesto: los hombres volvieron a las murallas y a las torres de la ciudad, y a las mujeres y los niños los hizo regresar a sus casas. En la ciudad había una gran aflicción.
Luego los despidió y les encargó que regresaran a sus puestos. Entonces los hombres se dirigieron a las murallas y a las torres de la ciudad, y las mujeres y los niños se fueron a sus casas. Sin embargo, en toda la ciudad había mucha preocupación y tristeza.