Y tú, Aquior, mercenario de Amón, que has dicho estas palabras con intenciones perversas, de hoy en adelante no volverás a presentarte delante de mí, hasta que yo haya tomado venganza de esa gente escapada de Egipto.
»Y tú, Aquior, no me volverás a ver hasta que haya castigado a ese pueblo que escapó de Egipto. Tus propias palabras te condenan. ¡No eres más que un soldado amonita que se vende al que mejor le paga!