El único camino que conducía a Judea estaba en la región montañosa, cerca de los pueblos de Betulio y Betomestaim, frente al valle de Esdrelón, y frente a la llanura cercana a Dotán. Entonces Joaquín, que era el jefe de los sacerdotes y vivía en Jerusalén, escribió un mensaje para los israelitas de esos pueblos, pidiéndoles que vigilaran el camino. El mensaje iba firmado por él y por los jefes de Judea. El plan era cerrarles el paso a los enemigos invasores, pues el camino era tan angosto que sólo podían pasar dos personas a la vez. La gente de Betulio y Betomestaim obedeció de inmediato.