Hacía poco que habían vuelto del destierro, y no hacía mucho que todo el pueblo de Judea se había reunido y que habían sido consagrados de nuevo los utensilios, el altar y el templo que habían sido profanados.
Hacía poco tiempo que los israelitas habían sido liberados de la esclavitud en Babilonia, y habían regresado a su país. Además, habían vuelto a dedicar a Dios el templo, el altar y los utensilios que se usaban en el culto, pues sus enemigos los habían usado para adorar a sus dioses.