Cuando los soldados que estaban en sus carpas se enteraron de lo que había pasado, sintieron tanto miedo que salieron huyendo. Corrían como locos, atropellándose unos a otros. Nadie esperaba a su compañero, sino que cada uno tomaba el primer camino que encontraba. Corrían desesperados y en total desorden por el valle y por los caminos de la montaña.