Tan pronto como amanezca y salga el sol, que cada uno empuñe sus armas de guerra y que todos los hombres que sean capaces de pelear salgan de la ciudad. Señalen a uno como jefe, y hagan como si fueran a bajar a la llanura a atacar los puestos de avanzada de los asirios; pero no bajen.
Apenas amanezca, nombren un capitán, y todos los que puedan pelear tomen sus armas y salgan de la ciudad. Quiero que engañen a los asirios haciéndoles creer que ustedes bajan al valle para pelear contra ellos.