Todos se habían retirado, y absolutamente nadie se había quedado en la tienda. Entonces Judit se puso de pie junto a la cama de Holofernes, y dijo interiormente: «Señor, Dios de todo poder, mira favorablemente lo que voy a hacer en este momento para gloria de Jerusalén.
Entonces Judit se paró junto a la cama de Holofernes, oró en voz baja, y dijo: «Dios mío, todopoderoso, lo que voy a hacer es por el bien de Jerusalén; te pido que lo aceptes con agrado.