Estando en todo su esplendor invocó a Dios, que todo lo ve y a todos salva, y tomó a dos de sus criadas. En la una se apoyaba delicadamente, y la otra iba detrás de ella, sosteniéndole la cola del vestido.
[1a] Allí pidió ayuda a Dios, que sabe todas las cosas y es el salvador de todos. Ester estaba bellísima, y fue al encuentro del rey acompañada de dos sirvientas. Una de ellas la conducía elegantemente, y la otra le sostenía la cola del vestido.