Por eso Dios le prometió con juramento que en su descendencia bendeciría a las naciones, que lo haría tan numeroso como el polvo de la tierra, y que sus descendientes serían como las estrellas, que la herencia de ellos sería de mar a mar, desde el río Éufrates hasta el extremo de la tierra.
Por eso Dios le juró que tendría muchos descendientes, tantos como las estrellas del cielo y como el polvo de la tierra. También le juró bendecir a las naciones por medio de sus descendientes, y entregarle toda la tierra, de norte a sur, y de este a oeste.