Así lo había anunciado Jeremías, hecho profeta desde antes de nacer, para arrancar, derribar, destruir y demoler, y también para construir, plantar y restaurar; pero la gente lo maltrató.
Todo esto les sucedió por maltratar al profeta Jeremías, a quien Dios había elegido desde antes de su nacimiento para destruir o derribar, pero también para levantar y reconstruir.