Pero Daniel respondió: —Yo adoro al Señor mi Dios, que es el Dios viviente. Si Su Majestad me da permiso, mataré esa serpiente sin espada ni palo alguno.
Pero Daniel le respondió: —Yo sólo adoro al Dios de Israel, porque es mi Dios y vive para siempre. Si Su Majestad me da permiso, yo mataré a ese dragón sin hacer uso de arma alguna.