Como sus dolores no se calmaban de ninguna manera, pues el justo juicio de Dios pesaba sobre él, viéndose en una situación desesperada, escribió a los judíos una carta que tenía el carácter de súplica y que decía así:
Los dolores de Antíoco eran insoportables, pues Dios lo estaba castigando justamente. Y en su desesperación, les escribió a los judíos la siguiente carta de súplica: