Inmediatamente mandó invitaciones a las ciudades de la costa, para que tomaran parte en la compra de prisioneros judíos, prometiendo vendérselos a razón de tres esclavos por un kilo de plata, sin pensar en el castigo que Dios todopoderoso le enviaría.
Tan seguro estaba de su plan, que mandó invitaciones a todas las ciudades de la costa, para que fueran a comprar esclavos judíos. Les prometía venderles tres esclavos por un kilo de plata, sin pensar que el Dios todopoderoso lo iba a castigar.