Con sus manos impuras tomó el rey los vasos sagrados, y robó las cosas que otros reyes habían ofrecido para el engrandecimiento, la gloria y la dignidad del templo.
Con sus manos sucias el rey tomó los utensilios sagrados, y se llevó las ofrendas que otros reyes habían dejado allí para aumentar la grandeza, la importancia y el honor del templo.