Pero un cierto Simón, del turno sacerdotal de Bilgá y administrador del templo, se disgustó con el sumo sacerdote Onías por causa de la administración del mercado de la ciudad.
En ese tiempo Simón, de la tribu de Benjamín, era el sacerdote encargado del templo. Simón se enojó con Onías, jefe de los sacerdotes, porque no estaba de acuerdo con la manera en que éste manejaba los negocios relacionados con el mercado de la ciudad.