Y al ofrecer el sumo sacerdote el sacrificio por el pecado, los mismos jóvenes, vestidos con las mismas vestiduras, se aparecieron nuevamente a Heliodoro, se pusieron de pie junto a él y le dijeron: «Da muchas gracias al sumo sacerdote Onías; por su oración, el Señor te perdona la vida.
Y mientras Onías presentaba la ofrenda por el perdón de los pecados, se aparecieron nuevamente los jóvenes que habían golpeado a Heliodoro, y le dijeron a éste: «Debes estar muy agradecido con Onías, el jefe de los sacerdotes, pues debido a su oración Dios te permite seguir viviendo.