y que, dándoles la ley, les mandó que no se olvidaran de los mandamientos del Señor ni se dejaran engañar al ver las estatuas de oro y plata de los falsos dioses, y los adornos que las cubrían.
Les entregó la ley de Moisés y les encargó que siempre pusieran en práctica los mandamientos de Dios. Los animó a no dejarse engañar por los ídolos de las otras naciones, por más que estuvieran hechos de oro y plata, y cubiertos con muchos adornos preciosos.