se entrevistó con el rey Demetrio hacia el año ciento cincuenta y uno; le regaló una corona de oro, una palma y, además, los ramos de olivo que era costumbre que el templo ofreciera; y por el momento no dijo palabra.
Pues bien, en el año ciento cincuenta y uno del gobierno de los sirios, este hombre fue a hablar con el rey Demetrio. En esa ocasión le regaló una corona de oro, una palma y unos ramos de olivo, de los que crecían en los campos alrededor del templo, pero no le pidió nada a cambio.