Entonces denunciaron ante Nicanor a uno de los ancianos de Jerusalén, llamado Razís, hombre muy preocupado por el bien de sus conciudadanos, que gozaba de excelente fama y que, a causa de su generosidad para con ellos, era llamado «padre de los judíos.»
Había en Jerusalén un hombre llamado Razís, que era uno de los líderes de la ciudad y se preocupaba mucho por el bienestar de su pueblo. Gozaba de muy buena fama y, debido a su generosidad, lo llamaban «Padre de los judíos». Pues bien, a este hombre lo acusaron ante el gobernador Nicanor.