cayó de noche sobre la ciudad e incendió el puerto y la flota, de manera que el resplandor de las llamas se veía desde Jerusalén, a una distancia de cuarenta y tres kilómetros.
Judas atacó la ciudad durante la noche y quemó el puerto, junto con los barcos. El brillo de las llamas se alcanzaba a ver desde Jerusalén, que está a unos cuarenta y tres kilómetros de distancia.