Mientras estaba en una isla lejana, Antíoco, el hijo del rey Demetrio Segundo, envió una carta a Simón, jefe de los sacerdotes y gobernador de los judíos. La carta también iba dirigida a todo el pueblo judío, y decía lo siguiente: «Yo, el rey Antíoco Séptimo, saludo a Simón Macabeo, jefe de los sacerdotes y gobernador de la nación judía, y a todo su pueblo.