Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
19 ¡Oh, acuérdate de que ando sin saber adonde ir y afligido, con mucho dolor! 20 Porque nunca podré olvidar este tiempo tan terrible, y por eso estoy desanimado.
21 Pero hay algo que quiero recordar y en ello poner mi esperanza: 22 ¡en que el gran amor del Señor no tiene fin, pues sólo ha sido por su misericordia que nos ha guardado de la destrucción completa! 23 El Señor es digno de toda confianza; sus muestras de bondad las recibimos cada día.
24 El Señor es todo para mí, por lo tanto en él confiaré siempre. 25 El Señor es maravillosamente bueno con aquellos quienes en él confían, con aquellos que buscan seguir sus instrucciones. 26 Es bueno esperar en confiado silencio la salvación del Señor.
La caída de Jerusalén
52 Tenía Sedequías veintiún años de edad cuando se convirtió en rey, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamutal y era hija de Jeremías de Libná. 2 Pero Sedequías fue un rey malvado, como lo había sido Joacim. 3 A tal punto llegaron las cosas, que el Señor, airado, hizo que Sedequías se rebelara contra el rey de Babilonia, a consecuencia de lo cual fue echado de la presencia del Señor en Jerusalén y Judá, junto con el pueblo de Israel, y llevado cautivo a Babilonia.
4 El noveno año del reinado de Sedequías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor; rey de Babilonia, marchó con todo su ejército contra Jerusalén, construyó fuertes en torno 5 y la tuvo sitiada dos años. 6 Finalmente, el día nueve del cuarto mes, agravada el hambre en la ciudad, pues habían consumido hasta el último bocado, 7 los de la ciudad abrieron un boquete en el muro y por la noche huyeron todos los soldados pasando junto a la puerta que hay entre los dos muros cerca de los jardines del rey (pues la ciudad estaba sitiada por los caldeos), y veloces se escurrieron por los campos hacia el Arabá.
8 Pero los soldados caldeos los descubrieron y persiguieron, capturando al rey Sedequías en unos campos cerca de Jericó, pues todo su ejército se había desbandado. 9 Se lo llevaron a Nabucodonosor, rey de Babilonia, que entonces se hallaba en la ciudad de Riblá, en el reino de Jamat, y allí lo juzgaron. 10 Nabucodonosor obligó a Sedequías a presenciar la muerte de sus hijos y de todos los príncipes de Judá; 11 luego le sacó los ojos y, encadenado, lo llevaron a Babilonia, en donde pasó encarcelado el resto de sus días.
A la iglesia de Esmirna
8 »Escríbele esto al ángel de la iglesia en Esmirna:
El primero y el último, el que estuvo muerto y resucitó, te manda este mensaje:
9 Estoy al tanto de que has sufrido mucho por el Señor y conozco tu pobreza. ¡Aunque eres rico! Conozco las difamaciones de los que se te oponen, que dicen ser judíos y no lo son, porque son una sinagoga de Satanás.
10 No temas lo que has de sufrir. Para probarlos, el diablo arrojará a algunos de ustedes en la cárcel y los estará persiguiendo durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida.
11 El que tenga oídos, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias: El que salga vencedor no sufrirá daño alguno de la segunda muerte.
Nueva Biblia Viva, © 2006, 2008 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.