Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
19 Recuerda mi pena amarga
que es ajenjo envenenado.
20 Me acuerdo constantemente
y se me derrumba el ánimo.
21 Pero algo viene a mi mente
que me llena de esperanza:
22 que tu amor, Señor, no cesa,
ni tu compasión se agota;
23 ¡se renuevan cada día
por tu gran fidelidad!
24 Tú eres mi herencia, Señor,
por eso confío en ti.
25 Es bueno el Señor con quien
confía en él y lo busca.
26 Es bueno esperar callado
la salvación del Señor.
IV.— EPÍLOGO (52)
Reinado de Sedecías (2 Re 24,18—25,2.27-30)
52 Sedecías tenía veintiún años cuando empezó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamital y era hija de Jeremías, natural de Libná.
2 Sedecías cometió acciones mal vistas por el Señor, siguiendo en ello los pasos de su predecesor Joaquín. 3 Por eso, Jerusalén y Judá sufrieron las consecuencias de la cólera del Señor, que los arrojó de su presencia. Sedecías, por su parte, se rebeló contra el rey de Babilonia.
Consecuencias de la revuelta de Sedecías
4 El año noveno de su reinado, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén con todo su ejército. Acampó junto a ella y mandó construir torres de asalto alrededor. 5 La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado de Sedecías. 6 El día nueve del cuarto mes, el hambre se hizo insoportable en la ciudad y la gente no tenía nada que comer. 7 Entonces el enemigo abrió una brecha en la muralla de la ciudad y todos los soldados, aprovechando la noche, huyeron de la ciudad por una puerta entre las dos murallas, la que da a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la Arabá. 8 El ejército caldeo persiguió al rey Sedecías y le dio alcance en la llanura de Jericó, al tiempo que las tropas reales se dispersaban, dejándolo solo. 9 Los caldeos apresaron al rey y lo condujeron ante el rey de Babilonia, que estaba en Ribla, en territorio de Jamat. Y allí mismo dictó sentencia contra él. 10 El rey de Babilonia mandó degollar a los hijos de Sedecías en presencia de este, y también hizo degollar en Ribla a todos los nobles de Judá. 11 A Sedecías le sacó los ojos y se lo llevó encadenado a Babilonia, donde lo encerró en prisión hasta su muerte.
A la iglesia de Esmirna: ¡Permanece fiel hasta la muerte!
8 Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna. Esto dice el primero y el último, el que murió, pero ha vuelto a la vida:
9 — Conozco tus angustias y tu pobreza. Sin embargo, eres rico. Conozco también las calumnias de quienes presumen de judíos, y no son más que una sinagoga de Satanás. 10 No te acobardes ante los sufrimientos que te esperan. Es verdad que el diablo va a poner a prueba a algunos de ustedes metiéndolos en la cárcel; pero su angustia durará poco tiempo. Tú, permanece fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de vida.
11 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no será presa de la segunda muerte.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España