Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
2 ¿Por qué están tan enojadas las naciones?
¿Por qué pierden el tiempo en planes inútiles?
2 Los reyes de la tierra se preparan para la batalla;
los gobernantes conspiran juntos
en contra del Señor
y en contra de su ungido.
3 «¡Rompamos las cadenas!—gritan—,
¡y liberémonos de ser esclavos de Dios!».
4 Pero el que gobierna en el cielo se ríe;
el Señor se burla de ellos.
5 Después los reprende con enojo;
los aterroriza con su intensa furia.
6 Pues el Señor declara: «He puesto a mi rey elegido en el trono
de Jerusalén,[a] en mi monte santo».
7 El rey proclama el decreto del Señor:
«El Señor me dijo: “Tú eres mi hijo.[b]
Hoy he llegado a ser tu Padre.[c]
8 Tan solo pídelo, y te daré como herencia las naciones,
toda la tierra como posesión tuya.
9 Las quebrarás[d] con vara de hierro
y las harás pedazos como si fueran ollas de barro”».
10 Ahora bien, ustedes reyes, ¡actúen con sabiduría!
¡Quedan advertidos, ustedes gobernantes de la tierra!
11 Sirvan al Señor con temor reverente
y alégrense con temblor.
12 Sométanse al hijo de Dios,[e] no sea que se enoje
y sean destruidos en plena actividad,
porque su ira se enciende en un instante.
¡Pero qué alegría para todos los que se refugian en él!
Jeremías y Pasur
20 Ahora bien, Pasur, hijo de Imer, el sacerdote encargado del templo del Señor, oyó lo que Jeremías profetizaba. 2 Así que arrestó al profeta Jeremías, ordenó que lo azotaran y que lo pusieran en el cepo junto a la puerta de Benjamín, en el templo del Señor.
3 Al día siguiente, cuando al fin Pasur lo puso en libertad, Jeremías dijo: «Pasur, el Señor te ha cambiado el nombre. De ahora en adelante serás llamado “El hombre que vive aterrorizado”[a]. 4 Pues esto dice el Señor: “Enviaré terror sobre ti y todos tus amigos y verás cuando sean masacrados por las espadas del enemigo. Entregaré al pueblo de Judá en manos del rey de Babilonia. Él los llevará cautivos a Babilonia o los traspasará con la espada; 5 y dejaré que tus enemigos saqueen a Jerusalén. Todos los tesoros famosos de la ciudad—las joyas preciosas, el oro y la plata de tus reyes—serán llevados a Babilonia. 6 En cuanto a ti, Pasur, tú y todos los de tu casa irán cautivos a Babilonia. Allí morirán y serán enterrados, tú y todos tus amigos, a quienes profetizaste que todo iría bien”».
Queja de Jeremías
7 Oh Señor, me engañaste,
y yo me dejé engañar.
Eres más fuerte que yo,
y me dominaste.
Ahora soy objeto de burla todos los días;
todos se ríen de mí.
8 Cuando hablo, me brotan las palabras.
Grito: «¡Violencia y destrucción!».
Así que estos mensajes del Señor
me han convertido en objeto de burla.
9 Sin embargo, si digo que nunca mencionaré al Señor
o que nunca más hablaré en su nombre,
su palabra arde en mi corazón como fuego.
¡Es como fuego en mis huesos!
¡Estoy agotado tratando de contenerla!
¡No puedo hacerlo!
10 He oído los muchos rumores acerca de mí.
Me llaman «El hombre que vive aterrorizado».
Me amenazan diciendo: «Si dices algo te denunciaremos».
Aun mis viejos amigos me vigilan,
esperando que cometa algún error fatal.
«Caerá en su propia trampa—dicen—,
entonces nos vengaremos de él».
11 No obstante, el Señor está a mi lado como un gran guerrero;
ante él mis perseguidores caerán.
No pueden derrotarme.
Fracasarán y serán totalmente humillados;
nunca se olvidará su deshonra.
12 Oh Señor de los Ejércitos Celestiales,
tú pruebas a los justos
y examinas los secretos y los pensamientos más profundos.
Permíteme ver tu venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa.
13 ¡Canten al Señor!
¡Alaben al Señor!
Pues al pobre y al necesitado
los ha rescatado de sus opresores.
14 ¡Sin embargo, maldigo el día en que nací!
Que nadie celebre el día de mi nacimiento.
15 Maldigo al mensajero que le dijo a mi padre:
«¡Buenas noticias! ¡Es un varón!».
16 Que lo destruyan como a las ciudades de la antigüedad
que el Señor derribó sin misericordia.
Asústenlo todo el día con gritos de batalla,
17 porque no me mató al nacer.
¡Oh, si tan solo hubiera muerto en el vientre de mi madre,
si su cuerpo hubiera sido mi tumba!
18 ¿Por qué habré nacido?
Mi vida entera se ha llenado
de dificultades, de dolor y de vergüenza.
El hombre rico
18 Cierta vez, un líder religioso le hizo a Jesús la siguiente pregunta:
—Maestro bueno, ¿qué debería hacer para heredar la vida eterna?
19 —¿Por qué me llamas bueno? —le preguntó Jesús—. Solo Dios es verdaderamente bueno; 20 pero para contestar a tu pregunta, tú conoces los mandamientos: “No cometas adulterio; no cometas asesinato; no robes; no des falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre”[a].
21 El hombre respondió:
—He obedecido todos esos mandamientos desde que era joven.
22 Cuando Jesús oyó su respuesta, le dijo:
—Hay una cosa que todavía no has hecho. Vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.
23 Cuando el hombre oyó esto, se puso triste porque era muy rico.
24 Jesús lo vio[b] y dijo: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! 25 De hecho, ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios!».
26 Los que lo oyeron, dijeron: «Entonces, ¿quién podrá ser salvo?».
27 Él contestó: «Lo que es imposible para los seres humanos es posible para Dios».
28 Pedro dijo:
—Nosotros hemos dejado nuestros hogares para seguirte.
29 —Así es—respondió Jesús—, y les aseguro que todo el que haya dejado casa o esposa o hermanos o padres o hijos por causa del reino de Dios 30 recibirá mucho más en esta vida y tendrá la vida eterna en el mundo que vendrá.
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