Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Para el director del coro: salmo[a] de David; cántese con la melodía de «¡No destruyas!».
58 Gobernantes,[b] ¿saben acaso el significado de la palabra justicia?
¿Juzgan a la gente con imparcialidad?
2 ¡No! En el corazón traman injusticia
y desparraman violencia por toda la tierra.
3 Estos malvados son pecadores de nacimiento;
desde que nacieron mienten y siguen su propio camino.
4 Escupen veneno como serpientes mortíferas;
son como cobras que se niegan a escuchar,
5 y hacen oídos sordos a las melodías de los encantadores de serpientes,
aunque toquen con mucha destreza.
6 ¡Quiébrales los colmillos, oh Dios!
¡Destrózales las mandíbulas a estos leones, oh Señor!
7 Que desaparezcan como agua en tierra sedienta;
que sean inútiles las armas en sus manos.[c]
8 Que sean como caracoles que se disuelven y se hacen baba,
como un niño que nace muerto y que nunca verá el sol.
9 Dios los barrerá a todos, tanto a jóvenes como a ancianos,
más rápido de lo que se calienta una olla sobre espinos ardientes.
10 Los justos se alegrarán cuando vean la injusticia vengada;
se lavarán los pies en la sangre de los perversos.
11 Entonces, por fin, todos dirán:
«Es verdad que hay recompensa para los que viven para Dios;
es cierto que existe un Dios que juzga con justicia aquí en la tierra».
15 Y les daré pastores conforme a mi propio corazón,
que los guiarán con conocimiento y entendimiento.
16 »”Cuando una vez más la tierra se llene de gente—dice el Señor—, ya no desearán más ‘los viejos tiempos’ cuando poseían el arca del pacto del Señor. No extrañarán aquellos días, ni siquiera los recordarán y no habrá necesidad de reconstruir el arca. 17 En aquel día, Jerusalén será conocida como ‘el Trono del Señor’. Todas las naciones acudirán a Jerusalén para honrar al Señor. Ya no seguirán tercamente sus propios malos deseos. 18 En aquellos días la gente de Judá y la gente de Israel volverán juntas del destierro del norte. Regresarán a la tierra que les di a los antepasados de ustedes como herencia perpetua.
19 »”Me dije a mí mismo:
‘¡Cómo quisiera tratarlos como a mis propios hijos!’.
Solo quería darles esta hermosa tierra,
la posesión más maravillosa del mundo.
Esperaba con anhelo que me llamaran ‘Padre’,
y quise que nunca se alejaran de mí.
20 Sin embargo, me fuiste infiel, ¡pueblo de Israel!
Has sido como una esposa infiel que deja a su marido.
Yo, el Señor, he hablado”».
21 Se escuchan voces en las alturas de las montañas desoladas,
el llanto y las súplicas del pueblo de Israel.
Pues han escogido caminos torcidos
y se han olvidado del Señor su Dios.
22 «Vuelvan a mí, hijos descarriados—dice el Señor—,
y les sanaré el corazón extraviado».
«Sí, ya vamos—responde el pueblo—,
porque tú eres el Señor nuestro Dios.
23 Nuestro culto a ídolos en las colinas
y nuestras orgías religiosas en las montañas
son una falsa ilusión.
Solo en el Señor nuestro Dios
encontrará Israel salvación.
24 Desde la niñez hemos visto
cómo todo aquello por lo que trabajaron nuestros antepasados
—sus ganados y rebaños, sus hijos e hijas—
se despilfarraba en una falsa ilusión.
25 Echémonos al suelo llenos de vergüenza
y cubiertos de deshonra,
porque tanto nosotros como nuestros antepasados hemos pecado
contra el Señor nuestro Dios.
Desde la niñez hasta el día de hoy
nunca lo hemos obedecido».
Parábola de la gran fiesta
15 Al oír esto, un hombre que estaba sentado a la mesa con Jesús exclamó: «¡Qué bendición será participar de un banquete[a] en el reino de Dios!».
16 Jesús respondió con la siguiente historia: «Un hombre preparó una gran fiesta y envió muchas invitaciones. 17 Cuando el banquete estuvo listo, envió a su sirviente a decirles a los invitados: “Vengan, el banquete está preparado”; 18 pero todos comenzaron a poner excusas. Uno dijo: “Acabo de comprar un campo y debo ir a inspeccionarlo. Por favor, discúlpame”. 19 Otro dijo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y quiero ir a probarlas. Por favor, discúlpame”. 20 Otro dijo: “Acabo de casarme, así que no puedo ir”.
21 »El sirviente regresó y le informó a su amo lo que le habían dicho. Su amo se puso furioso y le dijo: “Ve rápido a las calles y callejones de la ciudad e invita a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”. 22 Después de hacerlo, el sirviente informó: “Todavía queda lugar para más personas”. 23 Entonces su amo dijo: “Ve por los senderos y detrás de los arbustos y a cualquiera que veas, insístele que venga para que la casa esté llena. 24 Pues ninguno de mis primeros invitados probará ni una migaja de mi banquete”».
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.