Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
10 Oh Señor, ¿por qué permaneces tan distante?
¿Por qué te escondes cuando estoy en apuros?
2 Con arrogancia los malvados persiguen a los pobres;
¡que sean atrapados en el mal que traman para otros!
3 Pues hacen alarde de sus malos deseos;
elogian al codicioso y maldicen al Señor.
4 Los malvados son demasiado orgullosos para buscar a Dios;
parece que piensan que Dios está muerto.
5 Sin embargo, prosperan en todo lo que hacen.
No ven que les espera tu castigo;
miran con desdén a todos sus enemigos.
6 Piensan: «¡Jamás nos sucederá algo malo!
¡Estaremos para siempre sin problemas!».
7 Su boca está llena de maldiciones, mentiras y amenazas;[a]
tienen maldad y violencia en la punta de la lengua.
8 Se esconden en emboscada en las aldeas,
a la espera para matar a gente inocente;
siempre buscan víctimas indefensas.
9 Como leones agazapados en sus escondites,
esperan para lanzarse sobre los débiles.
Como cazadores capturan a los indefensos
y los arrastran envueltos en redes.
10 Sus pobres víctimas quedan aplastadas;
caen bajo la fuerza de los malvados.
11 Los malvados piensan: «¡Dios no nos mira!
¡Ha cerrado los ojos y ni siquiera ve lo que hacemos!».
12 ¡Levántate, oh Señor!
¡Castiga a los malvados, oh Dios!
¡No te olvides de los indefensos!
13 ¿Por qué los malvados desprecian a Dios y quedan impunes?
Piensan: «Dios nunca nos pedirá cuentas».
14 Pero tú ves los problemas y el dolor que causan;
lo tomas en cuenta y los castigas.
Los indefensos depositan su confianza en ti;
tú defiendes a los huérfanos.
15 ¡Quiébrale los brazos a esta gente malvada y perversa!
Persíguelos hasta destruir al último de ellos.
16 ¡El Señor es rey por siempre y para siempre!
Las naciones paganas desaparecerán de la tierra.
17 Señor, tú conoces las esperanzas de los indefensos;
ciertamente escucharás sus clamores y los consolarás.
18 Harás justicia a los huérfanos y a los oprimidos,
para que ya no los aterre un simple mortal.
Persistente idolatría de Judá
16 »Jeremías, no ores más por este pueblo. No llores ni ores por ellos y no me supliques que los ayude, porque no te escucharé. 17 ¿Acaso no ves lo que están haciendo en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 18 ¡Con razón estoy tan enojado! Mira cómo los hijos juntan leña y los padres preparan el fuego para el sacrificio. Observa cómo las mujeres preparan la masa para hacer pasteles y ofrecérselos a la reina del cielo. ¡Y derraman ofrendas líquidas a sus otros dioses-ídolos! 19 ¿Soy yo al que ellos perjudican?—pregunta el Señor—. Más que nada se perjudican a sí mismos, para su propia vergüenza».
20 Así que esto dice el Señor Soberano: «Derramaré mi terrible furia sobre este lugar. Sus habitantes, animales, árboles y cosechas serán consumidos con el fuego insaciable de mi enojo».
21 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: «¡Tomen sus ofrendas quemadas y los demás sacrificios y cómanselos ustedes mismos! 22 Cuando saqué a sus antepasados de Egipto no eran ofrendas quemadas ni sacrificios lo que deseaba de ellos. 23 Esto les dije: “Obedézcanme, y yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. ¡Hagan todo lo que les diga y les irá bien!”.
24 »Pero mi pueblo no quiso escucharme. Continuaron haciendo lo que querían, siguiendo los tercos deseos de su malvado corazón. Retrocedieron en vez de ir hacia adelante. 25 Desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto hasta ahora, no he dejado de enviarles a mis siervos, los profetas, día tras día; 26 pero mi pueblo no me ha escuchado, ni siquiera ha tratado de oírme. Han sido tercos y pecadores, aún peores que sus antepasados.
Mensaje a la iglesia de Filadelfia
7 »Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Filadelfia.
Este es el mensaje de aquel que es santo y verdadero,
el que tiene la llave de David.
Lo que él abre, nadie puede cerrar;
y lo que él cierra, nadie puede abrir:[a]
8 »Yo sé todo lo que haces y te he abierto una puerta que nadie puede cerrar. Tienes poca fuerza; sin embargo, has obedecido mi palabra y no negaste mi nombre. 9 Mira, a esos que pertenecen a la sinagoga de Satanás—esos mentirosos que dicen ser judíos y no lo son—los obligaré a que vengan y se postren a tus pies. Ellos reconocerán que es a ti a quien amo.
10 »Dado que has obedecido mi mandato de perseverar, yo te protegeré del gran tiempo de prueba que vendrá sobre el mundo entero para probar a los que pertenecen a este mundo. 11 Yo vengo pronto.[b] Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite tu corona. 12 A todos los que salgan vencedores, los haré columnas en el templo de mi Dios, y nunca tendrán que salir de allí. Yo escribiré sobre ellos el nombre de mi Dios, y ellos serán ciudadanos de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo y de mi Dios. Y también escribiré en ellos mi nuevo nombre.
13 »Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias.
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