Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 74 (73)
Defiende tu causa, Señor
74 Poema de Asaf.
¿Por qué, Dios, nos has abandonado para siempre
y tu ira se ha encendido contra tu rebaño?
2 Recuerda a la comunidad que antaño adquiriste,
a la tribu que rescataste como heredad tuya,
a este monte Sión donde tú habitas.
3 Encamina tus pasos hacia las ruinas eternas:
el enemigo ha devastado todo en el santuario.
4 Tus rivales rugían en medio de tu asamblea,
levantaban como señal de victoria sus estandartes.
5 Aparecieron como quien blande
un hacha en un bosque espeso;
6 con hachas y martillos
destrozaron los bajorrelieves;
7 prendieron fuego a tu santuario,
profanaron la morada de tu nombre.
8 Pensaron: “¡Destruyámoslos de una vez!”.
Y quemaron las moradas de Dios en la tierra.
9 No tenemos bandera, no queda un profeta
y nadie entre nosotros sabe cuánto durará.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, blasfemará el rival?
¿Difamará siempre tu nombre el enemigo?
11 ¿Por qué está inactiva tu mano
y tu diestra reposa en tu regazo?
12 Dios es mi rey desde antiguo,
mi salvador en medio de la tierra.
13 Tú dividiste el mar con poder,
rompiste la cabeza de los monstruos marinos;
14 destrozaste las cabezas de Leviatán,
lo diste como pasto a una jauría de alimañas.
15 Tú hiciste fluir manantiales y arroyos,
secaste los ríos de corrientes sin fin.
16 Tuyo es el día, tuya la noche;
tú creaste la luna y el sol,
17 fijaste los límites de la tierra,
verano e invierno tú formaste.
18 Recuerda, Señor, que el enemigo te ha injuriado,
que un pueblo miserable difama tu nombre.
19 ¡No arrojes a las fieras la vida de tu tórtola,
no olvides jamás la vida de tus humildes!
20 Dirige tu mirada a la alianza,
pues hasta los últimos rincones del país
están repletos de violencia.
21 Que el oprimido no regrese avergonzado,
que el humilde y el pobre alaben tu nombre.
22 Oh Dios, ponte en acción, defiende tu causa,
recuerda que sin cesar te ofende el insensato.
23 No olvides el clamor de tu adversario,
el grito de tus rivales que no para de crecer.
El último enemigo
27 Aquel día el Señor castigará
con su espadón, sólido y fuerte,
a Leviatán, serpiente huidiza,
a Leviatán, serpiente tortuosa,
y matará al Dragón del mar.
Canción a la viña selecta
2 Aquel día canten a la viña selecta:
3 Yo, el Señor, me ocupo de ella,
la riego muy a menudo;
para que no le falten hojas,
la cuido de noche y día.
4 Se me ha pasado el enfado:
aunque dé zarzas y cardos,
me acerco y les prendo fuego.
5 Quien quiera mi protección,
que haga las paces conmigo,
las paces haga conmigo.
Prosperidad tras el perdón
6 Vienen días en que echará raíces Jacob,
en que Israel rebrotará y florecerá,
sus frutos llenarán el mundo.
7 ¿Lo ha herido como hiere a los que lo hieren?
¿Lo ha matado como mata a los que lo matan?
8 Lo condenas expulsándolo con espanto,
lo castigas con un viento impetuoso,
como un día con viento del este.
9 Así será expiada la culpa de Jacob,
este será el coste de borrar su pecado:
cuando convierta las piedras del altar
en piedra caliza desmenuzada,
cuando no queden en pie estelas
ni altares en honor del sol.
La ciudad solitaria
10 Sola está la ciudad fortificada:
no es más que una morada abandonada,
olvidada lo mismo que un desierto.
Allí pastan los terneros,
tumbados consumen sus ramas.
11 Al secarse, el ramaje se quiebra;
se acercan mujeres y lo queman.
Este pueblo no tiene conocimiento,
por eso no se apiada de él su Hacedor,
no se compadece su Creador.
Vuelta de los desterrados
12 Aquel día el Señor trillará las mieses
desde el Éufrates al torrente de Egipto.
Pero ustedes serán espigados
uno a uno, hijos de Israel.
13 Aquel día sonará el cuerno grande,
volverán los dispersos por Asiria,
los prófugos de la tierra de Egipto.
Todos se postrarán ante el Señor
en el monte santo de Jerusalén.
Los comerciantes expulsados del Templo (Mt 21,12-17; Mc 11,15-19; Jn 2,13-22)
45 Después de esto, Jesús entró en el Templo y se puso a expulsar a los que estaban vendiendo en él, 46 diciéndoles:
— Esto dicen las Escrituras: Mi casa ha de ser casa de oración; pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.
47 Y Jesús enseñaba en el Templo todos los días. Mientras tanto, los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los principales del pueblo andaban buscando cómo matarlo; 48 pero no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de su palabra.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España