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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Salmos 50:1-8

Salmo de Asaf.

50 El Señor, el Poderoso, es Dios y habló;
    convocó a toda la humanidad
    desde donde sale el sol hasta donde se pone.
Desde el monte Sion, la perfección de la belleza,
    Dios brilla con un resplandor glorioso.
Nuestro Dios se acerca,
    pero no en silencio.
A su paso el fuego devora todo lo que encuentra,
    y a su alrededor se desata una gran tormenta.
Pone al cielo arriba y a la tierra abajo
    como testigos del juicio a su pueblo.
«Tráiganme a mi pueblo fiel,
    a los que hicieron un pacto conmigo al ofrecer sacrificios».
Luego dejen que los cielos proclamen la justicia divina,
    porque Dios mismo será el juez. Interludio

«Oh pueblo mío, escucha cuando te hablo.
    Estas son las acusaciones que tengo contra ti, oh Israel:
    ¡yo soy Dios, tu Dios!
No tengo quejas de tus sacrificios
    ni de las ofrendas quemadas que ofreces constantemente.

Salmos 50:22-23

22 Arrepiéntanse todos los que se olvidan de mí,
    o los despedazaré
    y nadie los ayudará.
23 Pero el dar gracias es un sacrificio que verdaderamente me honra;
    si permanecen en mi camino,
    les daré a conocer la salvación de Dios».

Isaías 9:8-17

Enojo del Señor contra Israel

El Señor se ha pronunciado contra Jacob;
    su juicio ha caído sobre Israel.
Y los habitantes de Israel[a] y de Samaria,
    quienes hablaron con tanta soberbia y arrogancia,
    pronto se enterarán.
10 Decían: «Reemplazaremos los ladrillos rotos de nuestras ruinas con piedra labrada
    y volveremos a plantar cedros donde cayeron las higueras sicómoros».

11 Pero el Señor traerá a los enemigos de Rezín contra Israel
    e incitará a todos sus adversarios.
12 Los arameos desde el oriente y los filisteos desde el occidente
    sacarán sus colmillos y devorarán a Israel.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor;
    su puño sigue preparado para dar el golpe.

13 Pues después de tanto castigo, el pueblo seguirá sin arrepentirse;
    no buscará al Señor de los Ejércitos Celestiales.
14 Por lo tanto, en un solo día el Señor destruirá tanto la cabeza como la cola,
    la noble rama de palma y el humilde junco.
15 Los líderes de Israel son la cabeza,
    y los profetas mentirosos son la cola.
16 Pues los líderes del pueblo lo han engañado;
    lo han llevado por la senda de la destrucción.
17 Por eso el Señor no se complace en los jóvenes,
    ni tiene misericordia siquiera de las viudas y los huérfanos.
Pues todos son unos hipócritas perversos,
    y todos ellos hablan necedades.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor.
    Su puño sigue preparado para dar el golpe.

Romanos 9:1-9

Dios elige a Israel

Con Cristo de testigo hablo con toda veracidad. Mi conciencia y el Espíritu Santo lo confirman. Tengo el corazón lleno de amarga tristeza e infinito dolor por mi pueblo, mis hermanos judíos.[a] Yo estaría dispuesto a vivir bajo maldición para siempre—¡separado de Cristo!—si eso pudiera salvarlos. Ellos son el pueblo de Israel, elegidos para ser los hijos adoptivos de Dios.[b] Él les reveló su gloria, hizo pactos con ellos y les entregó su ley. Les dio el privilegio de adorarlo y de recibir sus promesas maravillosas. Abraham, Isaac y Jacob son los antepasados de los israelitas, y Cristo mismo era israelita en cuanto a su naturaleza humana. Y él es Dios, el que reina sobre todas las cosas, ¡y es digno de eterna alabanza! Amén.[c]

Ahora bien, ¿acaso Dios no cumplió su promesa a Israel? ¡No, porque no todos los que nacen en la nación de Israel son en verdad miembros del pueblo de Dios! Ser descendientes de Abraham no los hace verdaderos hijos de Abraham, pues las Escrituras dicen: «Isaac es el hijo mediante el cual procederán tus descendientes»[d], aunque Abraham también tuvo otros hijos. Eso significa que no todos los descendientes naturales de Abraham son necesariamente hijos de Dios. Solo los hijos de la promesa son considerados hijos de Abraham; pues Dios había prometido: «Volveré dentro de un año, y Sara tendrá un hijo»[e].

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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