Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Para el director del coro: salmo[a] de los descendientes de Coré.
44 Oh Dios, lo oímos con nuestros propios oídos;
nuestros antepasados nos han contado
de todo lo que hiciste en su época,
hace mucho tiempo atrás.
2 Con tu poder expulsaste a las naciones paganas
y entregaste toda la tierra a nuestros antepasados.
Aplastaste a sus enemigos
y liberaste a nuestros antepasados.
3 No fue con sus espadas que conquistaron la tierra,
ni sus brazos fuertes les dieron la victoria.
Fueron tu mano derecha y tu brazo fuerte
y la luz cegadora de tu rostro que los ayudaron,
porque los amabas.
4 Tú eres mi Rey y mi Dios;
tú decretas las victorias de Israel.[b]
5 Solo con tu poder hacemos retroceder a nuestros enemigos;
solo en tu nombre podemos pisotear a nuestros adversarios.
6 No confío en mi arco
ni dependo de que mi espada me salve.
7 Tú eres el que nos da la victoria sobre nuestros enemigos;
avergüenzas a los que nos odian.
8 Oh Dios, todo el día te damos gloria
y alabamos tu nombre constantemente. Interludio
9 Pero ahora nos hiciste a un lado en deshonra;
ya no estás al frente de nuestros ejércitos en batalla.
10 Nos haces huir en retirada de nuestros enemigos
y dejas que los que nos odian saqueen nuestra tierra.
11 Nos descuartizaste como a ovejas,
y nos esparciste entre las naciones.
12 Vendiste a tu precioso pueblo por una miseria
y no ganaste nada con la venta.
13 Permites que nuestros vecinos se burlen de nosotros;
somos objeto de desprecio y desdén de quienes nos rodean.
14 Nos has hecho el blanco de sus bromas;
menean la cabeza ante nosotros en señal de desprecio.
15 No podemos escapar de la constante humillación;
tenemos la vergüenza dibujada en el rostro.
16 Lo único que oímos son los insultos de los burlones;
lo único que vemos es a nuestros enemigos vengativos.
17 Todo esto ocurrió aunque nunca te hemos olvidado
ni desobedecimos tu pacto.
18 Nuestro corazón no te abandonó
ni nos hemos extraviado de tu camino.
19 Sin embargo, nos aplastaste en el desierto, donde vive el chacal;
nos cubriste de oscuridad y muerte.
20 Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios
o hubiéramos extendido las manos en oración a dioses ajenos,
21 con toda seguridad Dios lo habría sabido,
porque conoce los secretos de cada corazón.
22 Pero por tu causa, nos matan cada día;
nos tratan como a ovejas en el matadero.
23 ¡Despierta, oh Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate! No nos rechaces para siempre.
24 ¿Por qué miras para otro lado?
¿Por qué pasas por alto nuestro sufrimiento y opresión?
25 Nos desplomamos en el polvo;
quedamos boca abajo en la mugre.
26 ¡Levántate! ¡Ayúdanos!
Rescátanos a causa de tu amor inagotable.
Un llamado al arrepentimiento
6 «Vengan, volvámonos al Señor.
Él nos despedazó,
pero ahora nos sanará.
Nos hirió,
pero ahora vendará nuestras heridas.
2 Dentro de poco tiempo él nos restaurará,
para que podamos vivir en su presencia.
3 ¡Oh, si conociéramos al Señor!
Esforcémonos por conocerlo.
Él nos responderá, tan cierto como viene el amanecer
o llegan las lluvias a comienzos de la primavera».
4 «Oh Israel[a] y Judá,
¿qué debo hacer con ustedes?—pregunta el Señor—.
Pues su amor se desvanece como la niebla de la mañana
y desaparece como el rocío a la luz del sol.
5 Envié mis profetas para destrozarlos,
para aniquilarlos con mis palabras,
con juicios tan inevitables como la luz.
6 Quiero que demuestren amor,[b]
no que ofrezcan sacrificios.
Más que ofrendas quemadas,
quiero que me conozcan.[c]
7 Pero igual que Adán,[d] ustedes rompieron mi pacto
y traicionaron mi confianza.
8 »Galaad es una ciudad de pecadores,
marcada con huellas de sangre.
9 Los sacerdotes forman bandas de asaltantes
que esperan para emboscar a sus víctimas.
Asesinan a los viajeros en el camino a Siquem
y cometen toda clase de pecados.
10 Sí, he visto cosas horribles en Efraín e Israel:
¡Mi pueblo se ha contaminado por prostituirse con otros dioses!
Incredulidad de Israel
30 ¿Qué significa todo esto? Aunque los gentiles no trataban de seguir las normas de Dios, fueron hechos justos a los ojos de Dios; y eso sucedió por medio de la fe. 31 Pero los hijos de Israel, que se esforzaron tanto en cumplir la ley para llegar a ser justos ante Dios, nunca lo lograron. 32 ¿Por qué no? Porque trataban de hacerse justos ante Dios por cumplir la ley[a] en lugar de confiar en él. Tropezaron con la gran piedra en su camino. 33 Dios se lo advirtió en las Escrituras cuando dijo:
«Pongo en Jerusalén[b] una piedra que hace tropezar a muchos,
una roca que los hace caer.
Pero todo el que confíe en él
jamás será avergonzado»[c].
10 Amados hermanos, el profundo deseo de mi corazón y mi oración a Dios es que los israelitas lleguen a ser salvos. 2 Yo sé que ellos tienen un gran entusiasmo por Dios, pero es un fervor mal encauzado. 3 Pues no entienden la forma en que Dios hace justas a las personas ante él. Se niegan a aceptar el modo de Dios y, en cambio, se aferran a su propio modo de hacerse justos ante él tratando de cumplir la ley. 4 Sin embargo, Cristo ya cumplió el propósito por el cual se entregó la ley.[d] Como resultado, todos los que creen en él son hechos justos a los ojos de Dios.
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