Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 44 (43)
¿Por qué ocultas tu rostro?
44 Al maestro del coro. De los hijos de Coré. Poema.
2 Lo hemos escuchado con nuestros oídos, oh Dios;
nuestros padres nos han contado
lo que tú hiciste en sus días,
en los días del pasado.
3 Expulsaste naciones para asentarlos a ellos,
oprimiste a pueblos para que ellos crecieran.
4 No conquistaron la tierra con la espada
ni fue su brazo quien les dio la victoria;
fue tu diestra y tu brazo,
fue la luz de tu rostro
porque tú los amabas.
5 Tú, Dios, eres mi rey,
tú decides la victoria de Jacob.
6 Contigo atacamos a nuestros rivales,
por tu nombre humillamos al adversario.
7 Pues no confié yo en mi arco
ni mi espada me dio la victoria.
8 Tú nos salvaste de nuestros rivales,
tú hiciste fracasar a nuestros enemigos.
9 A Dios alabamos en todo momento,
tu nombre ensalzamos por siempre. [ Pausa]
10 Pero tú nos has rechazado y humillado,
ya no marchas con nuestras tropas.
11 Nos haces retroceder ante el rival,
los enemigos nos han saqueado.
12 Nos entregas como oveja al matadero,
nos has dispersado entre las naciones.
13 Vendes tu pueblo por nada,
no le has puesto un alto precio;
14 nos haces la burla de los vecinos,
la risa y la mofa de quienes nos rodean;
15 nos haces la irrisión de las naciones
y los pueblos mueven burlones la cabeza.
16 Estoy siempre abochornado
y la vergüenza cubre mi rostro
17 a causa del grito insultante y ofensivo
del enemigo, del que quiere vengarse.
18 Todo esto nos ha sucedido
y, aun así, no te hemos olvidado,
no hemos quebrantado tu alianza;
19 no se ha descarriado nuestro corazón,
no se han desviado de tus sendas nuestros pasos,
20 aunque nos oprimiste en tierras de chacales
y nos cubriste con sombras tenebrosas.
21 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
o alzado nuestras manos hacia un dios extraño,
22 ¿no lo hubiera averiguado Dios,
él, que conoce los secretos del corazón?
23 Por tu causa no dejan de matarnos,
nos ven como ovejas del matadero.
24 ¡Despierta! ¿Por qué sigues dormido?
¡Ponte, Señor, en acción!
No nos rechaces para siempre.
25 ¿Por qué ocultas tu rostro
y olvidas nuestra opresión y miseria?
26 Estamos postrados en el polvo,
con el vientre adherido a la tierra.
27 ¡Ponte en acción, danos tu ayuda
y que tu amor nos redima!
Conversión aparente
6 “Vengan, volvamos al Señor,
porque él nos ha desgarrado
y él será quien nos cure;
él nos ha hecho la herida
y él nos la vendará.
2 Al cabo de dos días
nos devolverá la vida;
al tercero nos levantará
y viviremos en su presencia.
3 Esforcémonos en conocer al Señor;
segura como la aurora es su venida:
vendrá a nosotros como la lluvia,
como lluvia de primavera
que empapa la tierra”.
4 ¿Qué haré contigo Efraín?
¿Qué haré contigo Judá?
El amor de ustedes es como nube matutina,
como rocío que pronto se disipa.
5 Por eso los he golpeado
por medio de los profetas,
con mis palabras los he quebrantado
y mi juicio resplandece como luz.
6 Porque quiero amor y no sacrificio,
conocer a Dios y no holocaustos.
Infidelidades y traiciones
7 Pero ellos, como Adán,
han quebrantado la alianza
y allí me han sido infieles.
8 Ciudad de malvados es Galaad,
toda empapada de sangre.
9 Cual banda de ladrones al acecho,
así los sacerdotes en grupo
asesinan y cometen abusos
en el camino de Siquén.
10 He visto cosas horribles
en la casa de Israel;
allí se prostituye Efraín
e Israel queda manchado.
Israel y el mensaje de salvación
30 ¿Qué concluir de todo esto? Pues que los no judíos, sin esforzarse en buscar la amistad de Dios, la han encontrado; hablo de la amistad que se alcanza mediante la fe. 31 En cambio, Israel, afanándose por cumplir una ley que debería llevar al restablecimiento de la amistad divina, ni siquiera consiguió cumplir la ley. 32 ¿Por qué? Pues porque, al prescindir de la fe y apoyarse en el valor de las propias acciones, terminaron por tropezar en aquella piedra 33 de que habla la Escritura:
Miren, yo coloco en Sión
una piedra contra la que pueden tropezar,
y una roca que los puede hacer caer.
Pero quien ponga su confianza en ella,
no quedará defraudado.
10 Hermanos, deseo con todo mi corazón y le pido a Dios que salve a los israelitas. 2 Soy testigo de que buscan a Dios con ardor, pero sin el debido conocimiento. 3 Desconocen, en efecto, la fuerza salvadora divina y pretenden hacer valer la suya propia sin querer someterse a la de Dios. 4 Pero Cristo constituye el punto final de la ley y por él restablece Dios en su amistad a todo creyente.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España