Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Oración pidiendo la ayuda de Dios
(1) Del maestro de coro. Poema de los hijos de Coré.
44 (2) Oh Dios,
hemos oído con nuestros oídos,
y nuestros padres nos han contado
lo que tú hiciste en sus días,
en aquellos tiempos pasados:
2 (3) con tu propia mano
echaste fuera a los paganos,
castigaste a las naciones
y estableciste allí a nuestros padres.
3 (4) Pues no fue su brazo ni su espada
lo que les dio la victoria;
ellos no conquistaron la tierra.
¡Fue tu poder y tu fuerza!
¡Fue el resplandor de tu presencia,
porque tú los amabas!
4 (5) ¡Mi Rey! ¡Mi Dios!
Tú diste las victorias a tu pueblo;
5 (6) por ti vencimos a nuestros enemigos;
¡en tu nombre aplastamos a los que nos atacaban!
6 (7) Porque no confiaría yo en mi arco,
ni mi espada podría darme la victoria;
7 (8) fuiste tú quien nos hizo vencer a nuestros enemigos,
quien puso en ridículo a los que nos odiaban.
8 (9) ¡Siempre estaremos orgullosos de ti, oh Dios,
y siempre alabaremos tu nombre!
9 (10) Pero nos has rechazado;
nos has cubierto de vergüenza.
Ya no sales con nuestros ejércitos.
10 (11) Nos has hecho dar la espalda a nuestros enemigos;
los que nos odian nos roban
y se llevan lo que quieren.
11 (12) Nos has entregado
cual si fuéramos ovejas para el matadero;
nos has dispersado entre los paganos;
12 (13) has vendido a tu pueblo muy barato,
y nada has ganado con venderlo.
13 (14) Nos has convertido en objeto de insultos;
nuestros vecinos nos ofenden y ridiculizan.
14 (15) Has hecho que los paganos se burlen de nosotros;
al vernos, mueven burlones la cabeza.
15 (16) No hay momento en que no me vea humillado;
se me cae la cara de vergüenza
16 (17) por culpa del enemigo, que trata de vengarse
y que me ofende y ultraja.
17 (18) Esto que nos ha pasado
no fue por haberte olvidado.
¡No hemos faltado a tu alianza!
18 (19) No hemos pensado abandonarte
ni hemos dejado tus caminos.
19 (20) Sin embargo, tú nos has aplastado
en lugares de miseria.
¡Nos has cubierto de terrible oscuridad!
20 (21) Si te hubiéramos olvidado, oh Dios,
y adorado en tu lugar a un dios extraño,
21 (22) tú te habrías dado cuenta,
pues conoces los más íntimos secretos.
22 (23) Pero por causa tuya estamos siempre
expuestos a la muerte;
nos tratan como a ovejas para el matadero.
23 (24) ¿Por qué duermes, Señor?
¡Despierta, despierta!
¡No nos rechaces para siempre!
24 (25) ¿Por qué te escondes?
¿Por qué te olvidas de nosotros,
que sufrimos tanto, tanto?
25 (26) Estamos rendidos y humillados,
arrastrando nuestros cuerpos por el suelo.
26 (27) ¡Levántate,
ven a ayudarnos
y sálvanos por tu gran amor!
Dios ama a su pueblo Israel
14 (16) »Yo la voy a enamorar:
la llevaré al desierto
y le hablaré al corazón.
15 (17) Luego le devolveré sus viñas,
y convertiré el valle de Acor
en puerta de esperanza para ella.
Allí me responderá como en su juventud,
como en el día en que salió de Egipto.
16 (18) Entonces me llamará “Marido mío”,
en vez de llamarme “Baal mío”.
Yo, el Señor, lo afirmo.
17 (19) Y quitaré de sus labios
los nombres de los baales,
y jamás volverán a mencionarse.
18 (20) »En aquel tiempo haré en favor de Israel
una alianza con los animales salvajes,
y con las aves y las serpientes;
romperé y quitaré de este país
el arco, la espada y la guerra,
para que mi pueblo descanse tranquilo.
19 (21) Israel, yo te haré mi esposa para siempre,
mi esposa legítima, conforme a la ley,
porque te amo entrañablemente.
20 (22) Yo te haré mi esposa y te seré fiel,
y tú entonces me conocerás como el Señor.
21 (23) Yo, el Señor, lo afirmo:
En aquel tiempo yo responderé al cielo,
y el cielo responderá a la tierra;
22 (24) la tierra responderá al trigo,
al vino y al aceite,
y ellos responderán a Jezreel.
23 (25) Plantaré a mi pueblo en la tierra
exclusivamente para mí;
tendré compasión de Lo-ruhama,
y a Lo-amí le diré: “Tú eres mi pueblo”,
y él me dirá: “¡Tú eres mi Dios!”»
Oseas y la mujer adúltera
3 El Señor volvió a decirme:
«Ve y ama a una mujer
amada de su amigo y adúltera.
Así ama el Señor a los israelitas,
aunque ellos se vuelven a dioses extraños
y comen de las tortas de pasas que les ofrecen.»
2 Entonces adquirí una mujer para mí
por quince monedas de plata
y trescientos treinta litros de cebada.
3 Le dije: «Por mucho tiempo serás mía;
no te prostituyas ni te entregues a otro hombre,
y yo también te seré fiel.»
4 Pues por mucho tiempo los israelitas
estarán sin rey ni jefe,
sin sacrificio ni piedras sagradas,
sin ropas sacerdotales ni ídolos familiares.
5 Después de esto se volverán los israelitas
y buscarán al Señor su Dios
y a David su rey.
En los últimos tiempos
acudirán con reverencia al Señor
y a los bienes que él concede.
16 Por tanto, que nadie los critique a ustedes por lo que comen o beben, o por cuestiones tales como días de fiesta, lunas nuevas o sábados. 17 Todo esto no es más que la sombra de lo que ha de venir, pero la verdadera realidad es Cristo. 18 No dejen que los condenen esos que se hacen pasar por muy humildes y que dan culto a los ángeles, que pretenden tener visiones y que se hinchan de orgullo a causa de sus pensamientos humanos. 19 Ellos no están unidos a la cabeza, la cual hace crecer todo el cuerpo al alimentarlo y unir cada una de sus partes conforme al plan de Dios.
La solidaridad con Cristo
20 Ustedes han muerto con Cristo y ya no están sujetos a los poderes que dominan este mundo. ¿Por qué, pues, viven como si todavía fueran del mundo, sometidos a reglas tales 21 como: «No toques eso, no comas aquello, no lo tomes en tus manos»? 22 Todas estas reglas tienen que ver con cosas que se acaban con el uso, y sólo son mandatos y enseñanzas de hombres. 23 Es verdad que tales cosas pueden parecer sabias, porque exigen cierta religiosidad y humildad y duro trato del cuerpo, pero son cosas que no honran a nadie, pues sólo sirven para satisfacer los deseos puramente humanos.
3 Por lo tanto, ya que ustedes han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.