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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Job 14:1-15

14 »Es muy corta nuestra vida,
y muy grande nuestro sufrimiento.
Somos como las flores:
nacemos, y pronto nos marchitamos;
somos como una sombra
que pronto desaparece.
3-4 Lo impuro no puede volverse puro;
no hay nadie que pueda hacerlo.
Y aun así te fijas en nosotros,
y discutes con alguien como yo.
Nuestra vida tiene un límite;
has decidido cuánto tiempo viviremos.
¡Deja ya de vigilarnos!
¡Déjanos vivir tranquilos,
y disfrutar de nuestro salario!

»Al árbol caído le queda la esperanza
de volver a retoñar.
Tal vez el tronco y las raíces
se pudran en la tierra,
pero en cuanto sientan el agua
volverán a florecer, y echarán ramas,
como un árbol recién plantado.
10 En cambio, nosotros,
con el último suspiro
perdemos la fuerza
y dejamos de existir.
11 Somos como los lagos y los ríos:
sin agua, se agotan y se secan.
12 Mientras el cielo exista,
no habrá uno solo de nosotros
que se levante de la tumba;
una vez que caiga muerto,
no volverá a levantarse.

13-15 »Si fuera posible volver a la vida
después de la muerte,
preferiría estar muerto.
Tú me esconderías en la tumba,
hasta que se calmara tu enojo.
Luego te acordarías de mí
y volverías a despertarme.
Como eres mi creador,
cuando al fin quisieras verme,
yo respondería a tu llamado.

Lamentaciones 3:1-9

Tercer lamento acróstico[a]

El profeta

Yo soy el que ha sufrido
el duro castigo de Dios.
Él me forzó a caminar
por los caminos más oscuros;
no hay un solo momento
en que no me castigue.

4-6 Oscura tumba es mi vida;
¡es como si ya estuviera muerto!
Dios me rodeó por completo
de la miseria más terrible.
Me dejó sin fuerzas;
¡no tengo un solo hueso sano!

7-9 Se niega Dios a escucharme,
aunque siempre le pido ayuda.
A cada paso me pone tropiezos
y me hace perder el camino.
Me tiene preso y encadenado.
¡No puedo escaparme de él!

Lamentaciones 3:19-24

19 Los más tristes recuerdos
me llenan de amargura.
20 Siempre los tengo presentes,
y eso me quita el ánimo.
21 Pero también me acuerdo
de algo que me da esperanza:

22 Sé que no hemos sido destruidos
porque Dios nos tiene compasión.
23 Sé que cada mañana se renuevan
su gran amor y su fidelidad.
24 Por eso digo que en él confío;
¡Dios es todo para mí!

Salmos 31:1-4

Tú eres quien me protege

SALMO 31 (30)

Himno de David.

31 Dios de Israel,
tú eres un Dios justo;
no me dejes pasar vergüenza.
¡Sálvame, pues confío en ti!
Préstame atención,
ven pronto a socorrerme.
Protégeme como una enorme roca,
rodéame como una alta muralla.
¡Tú eres la roca que me protege!
¡Tú eres la muralla que me salva!
Guíame y dirígeme,
pues así lo prometiste.
No me dejes caer en la trampa
que me han puesto mis enemigos;
¡tú eres mi protector!

Salmos 31:15-16

15 Mi vida está en tus manos;
¡sálvame de mis enemigos!,
¡sálvame de los que me persiguen!
16 Yo estoy a tu servicio:
¡muéstrame tu buena voluntad!
¡Por tu gran amor, sálvame!

1 Pedro 4:1-8

Vivir como Dios quiere

Ustedes deben estar dispuestos a sufrir, así como Cristo sufrió mientras estuvo aquí en la tierra. Si ustedes sufren como Cristo, ya no seguirán pecando. Eso demostrará que han dejado de seguir sus malos deseos, y que dedicarán el resto de su vida a hacer lo que Dios quiere. Por mucho tiempo ustedes vivieron haciendo lo mismo que hacen los que no creen en Dios. Tenían vicios y malos deseos, se emborrachaban, participaban en fiestas escandalosas y, lo más terrible de todo, adoraban ídolos. Pero como ustedes ya no se juntan con ellos, ahora ellos hablan mal de ustedes. ¡Pero ya tendrán que darle cuentas a Dios, el Juez que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos! Para eso anunció Cristo la buena noticia, aun a los muertos: para que después de que Dios los juzgue por lo que hicieron en vida, sus espíritus puedan vivir con Dios.

El servicio a los demás

Ya se acerca el fin del mundo. Por eso, sean responsables y cuidadosos en la oración.

Sobre todo, ámense mucho unos a otros, porque el amor borra los pecados.

Mateo 27:57-66

El entierro de Jesús

57 Al anochecer, un hombre rico llamado José se acercó al lugar. Era del pueblo de Arimatea y se había hecho seguidor de Jesús. 58 José le pidió a Pilato que le permitiera llevarse el cuerpo de Jesús, para enterrarlo. Pilato ordenó que se lo dieran.

59 José tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia 60 y lo puso en una tumba. Era una tumba nueva, que hacía poco tiempo él había ordenado construir en una gran roca. José tapó la entrada de la tumba con una piedra muy grande, y se fue.

61 Frente a la tumba se quedaron sentadas María Magdalena y la otra María.

62 El día siguiente era sábado, el día de descanso de los judíos. Los sacerdotes principales y los fariseos fueron a ver a Pilato 63 y le dijeron:

—Señor, nos acordamos de que, cuando ese mentiroso de Jesús aún vivía, dijo: “Tres días después de que me maten resucitaré.” 64 Ahora sus discípulos pueden robar el cuerpo y empezar a decir a la gente que Jesús resucitó. Ese engaño sería peor que cuando él dijo que era el Mesías. Para que no pase esto, ordene usted que unos guardias vigilen cuidadosamente la tumba hasta después del tercer día.

65 Pilato les dijo:

—Ustedes tienen soldados a su servicio; vayan y protejan la tumba lo mejor que puedan.

66 Entonces ellos fueron a la tumba, y ataron la piedra que tapaba la entrada para que no se moviera. También dejaron allí a los soldados para que vigilaran.

Juan 19:38-42

Jesús es sepultado

38 Después de esto José, de la ciudad de Arimatea, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era seguidor de Jesús, pero no se lo había dicho a nadie porque tenía miedo de los líderes judíos. Pilato le dio permiso, y José se llevó el cuerpo.

39 También Nicodemo, el que una noche había ido a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de perfume a donde estaba José. 40 Los dos tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en vendas de una tela muy cara. Luego empaparon las vendas con el perfume que había llevado Nicodemo. Los judíos acostumbraban sepultar así a los muertos.

41 En el lugar donde Jesús murió había un jardín con una tumba nueva. Allí no habían puesto a nadie todavía. 42 Como ya iba a empezar el sábado, que era el día de descanso obligatorio para los judíos, pusieron allí el cuerpo de Jesús en esa tumba, porque era la más cercana.