Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Spanish Blue Red and Gold Letter Edition (SRV-BRG)
Version
Salmos 118:1-2

118 ALABAD á Jehová, porque es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.

Diga ahora Israel:

Que para siempre es su misericordia.

Salmos 118:19-29

19 Abridme las puertas de la justicia:

Entraré por ellas, alabaré á JAH.

20 Esta puerta de Jehová,

Por ella entrarán los justos.

21 Te alabaré porque me has oído,

Y me fuiste por salud.

22 La piedra que desecharon los edificadores,

Ha venido á ser cabeza del ángulo.

23 De parte de Jehová es esto:

Es maravilla en nuestros ojos.

24 Este es el día que hizo Jehová:

Nos gozaremos y alegraremos en él.

25 Oh Jehová, salva ahora, te ruego:

Oh Jehová, ruégote hagas prosperar ahora.

26 Bendito el que viene en nombre de Jehová:

Desde la casa de Jehová os bendecimos.

27 Dios es Jehová que nos ha resplandecido:

Atad víctimas con cuerdas á los cuernos del altar.

28 Mi Dios eres tú, y á ti alabaré:

Dios mío, á ti ensalzaré.

29 Alabad á Jehová porque es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.

Lucas 19:28-40

28 Y dicho esto, iba delante subiendo á Jerusalem.

29 Y aconteció, que llegando cerca de Bethfagé, y de Bethania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,

30 Diciendo: Id á la aldea de enfrente; en la cual como entrareis, hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se ha sentado jamás; desatadlo, y traedlo.

31 Y si alguien os preguntare, ¿por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo ha menester.

32 Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.

33 Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?

34 Y ellos dijeron: Porque el Señor lo ha menester.

35 Y trajéronlo á Jesús; y habiéndo echado sus vestidos sobre el pollino, pusieron á Jesús encima.

36 Y yendo él tendían sus capas por el camino.

37 Y como llegasen ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron á alabar á Dios á gran voz por todas las maravillas que habían visto,

38 Diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor: paz en el cielo, y gloria en lo altísimo!

39 Entonces algunos de los Fariseos de la compañía, le dijeron: Maestro, reprende á tus discípulos.

40 Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaren, las piedras clamarán.

Isaías 50:4-9

El Señor Jehová me dió lengua de sabios, para saber hablar en sazón palabra al cansado; despertará de mañana, despertaráme de mañana oído, para que oiga como los sabios.

El Señor Jehová me abrió el oído, y yo no fuí rebelde, ni me torné atrás.

Dí mi cuerpo á los heridores, y mis mejillas á los que me mesaban el cabello: no escondí mi rostro de las injurias y esputos.

Porque el Señor Jehová me ayudará; por tanto no me avergoncé: por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado.

Cercano está de mí el que me justifica; ¿quién contenderá conmigo? juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? acérquese á mí.

He aquí que el Señor Jehová me ayudará; ¿quién hay que me condene? He aquí que todos ellos como ropa de vestir se envejecerán, los comerá polilla.

Salmos 31:9-16

Ten misericordia de mí, oh Jehová, que estoy en angustia:

Hanse consumido de pesar mis ojos, mi alma, y mis entrañas.

10 Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar:

Hase enflaquecido mi fuerza á causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.

11 De todos mis enemigos he sido oprobio,

Y de mis vecinos en gran manera, y horror á mis conocidos:

Los que me veían fuera, huían de mí.

12 He sido olvidado de su corazón como un muerto:

He venido á ser como un vaso perdido.

13 Porque he oído afrenta de muchos;

Miedo por todas partes,

Cuando consultaban juntos contra mí,

E ideaban quitarme la vida.

14 Mas yo en ti confié, oh Jehová:

Yo dije: Dios mío eres tú.

15 En tu mano están mis tiempos:

Líbrame de la mano de mis enemigos, y de mis perseguidores.

16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo:

Sálvame por tu misericordia.

Filipenses 2:5-11

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús:

El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios:

Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres;

Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre;

10 Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra;

11 Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre.

Lucas 22:14-23:56

14 Y como fué hora, sentóse á la mesa, y con él los apóstoles.

15 Y les dijo: En gran manera he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca;

16 Porque os digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios.

17 Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, dijo: Tomad esto, y partidlo entre vosotros;

18 Porque os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.

19 Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dió, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí.

20 Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.

21 Con todo eso, he aquí la mano del que me entrega, conmigo en la mesa.

22 Y á la verdad el Hijo del hombre va, según lo que está determinado; empero ¡ay de aquél hombre por el cual es entregado!

23 Ellos entonces comenzaron á preguntar entre sí, cuál de ellos sería el que había de hacer esto.

24 Y hubo entre ellos una contienda, quién de ellos parecía ser el mayor.

25 Entonces él les dijo: Los reyes de las gentes se enseñorean de ellas; y los que sobre ellas tienen potestad, son llamados bienhechores:

26 Mas vosotros, no así: antes el que es mayor entre vosotros, sea como el más mozo; y el que es príncipe, como el que sirve.

27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta á la mesa, ó el que sirve? ¿No es el que se sienta á la mesa? Y yo soy entre vosotros como el que sirve.

28 Empero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones:

29 Yo pues os ordeno un reino, como mi Padre me lo ordenó á mí,

30 Para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos juzgando á las doce tribus de Israel.

31 Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandaros como á trigo;

32 Mas yo he rogado por ti que tu fe no falte: y tú, una vez vuelto, confirma á tus hermanos.

33 Y él le dijo: Señor, pronto estoy á ir contigo aun á cárcel y á muerte.

34 Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.

35 Y á ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada.

36 Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene, venda su capa y compre espada.

37 Porque os digo, que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y con los malos fué contado: porque lo que está escrito de mí, cumplimiento tiene.

38 Entonces ellos dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y él les dijo: Basta.

39 Y saliendo, se fué, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron.

40 Y como llegó á aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.

41 Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,

42 Diciendo: Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; empero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

43 Y le apareció un ángel del cielo confortándole.

44 Y estando en agonía, oraba más intensamente: y fué su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

45 Y como se levantó de la oración, y vino á sus discípulos, hallólos durmiendo de tristeza;

46 Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad que no entréis en tentación.

47 Estando él aún hablando, he aquí una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos; y llegóse á Jesús para besarlo.

48 Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con beso entregas al Hijo del hombre?

49 Y viendo los que estaban con él lo que había de ser, le dijeron: Señor, ¿heriremos á cuchillo?

50 Y uno de ellos hirió á un siervo del príncipe de los sacerdotes, y le quitó la oreja derecha.

51 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja, le sanó.

52 Y Jesús dijo á los que habían venido á él, los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados del templo, y los ancianos: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos?

53 Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.

54 Y prendiéndole trajéronle, y metiéronle en casa del príncipe de los sacerdotes. Y Pedro le seguía de lejos.

55 Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos alrededor, se sentó también Pedro entre ellos.

56 Y como una criada le vió que estaba sentado al fuego, fijóse en él, y dijo: Y éste con él estaba.

57 Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco.

58 Y un poco después, viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo: Hombre, no soy.

59 Y como una hora pasada otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es Galileo.

60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé qué dices. Y luego, estando él aún hablando, el gallo cantó.

61 Entonces, vuelto el Señor, miró á Pedro: y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.

62 Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente.

63 Y los hombres que tenían á Jesús, se burlaban de él hiriéndole;

64 Y cubriéndole, herían su rostro, y preguntábanle, diciendo: Profetiza quién es el que te hirió.

65 Y decían otras muchas cosas injuriándole.

66 Y cuando fué de día, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron á su concilio,

67 Diciendo: ¿Eres tú el Cristo? dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis;

68 Y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis:

69 Mas después de ahora el Hijo del hombre se asentará á la diestra de la potencia de Dios.

70 Y dijeron todos: ¿Luego tú eres Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que yo soy.

71 Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio deseamos? porque nosotros lo hemos oído de su boca.

23 LEVANTÁNDOSE entonces toda la multitud de ellos, lleváronle á Pilato.

Y comenzaron á acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte la nación, y que veda dar tributo á César, diciendo que él es el Cristo, el rey.

Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiéndole él, dijo: lo dices.

Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las gentes: Ninguna culpa hallo en este hombre.

Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.

Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo.

Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió á Herodes, el cual también estaba en Jerusalem en aquellos días.

Y Herodes, viendo á Jesús, holgóse mucho, porque hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer alguna señal.

Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió:

10 Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía.

11 Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una ropa rica; y volvióle á enviar á Pilato.

12 Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día; porque antes eran enemigos entre sí.

13 Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo,

14 Les dijo: Me habéis presentado á éste por hombre que desvía al pueblo: y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquéllas de que le acusáis.

15 Y ni aun Herodes; porque os remití á él, y he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha hecho.

16 Le soltaré, pues, castigado.

17 Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.

18 Mas toda la multitud dió voces á una, diciendo: Quita á éste, y suéltanos á Barrabás:

19 (El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad, y una muerte.)

20 Y hablóles otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesús.

21 Pero ellos volvieron á dar voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale.

22 Y él les dijo la tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa de muerte he hallado en él: le castigaré, pues, y le soltaré.

23 Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían.

24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían;

25 Y les soltó á aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó á Jesús á la voluntad de ellos.

26 Y llevándole, tomaron á un Simón Cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.

27 Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban.

28 Mas Jesús, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloréis á mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.

29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron.

30 Entonces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros: y á los collados: Cubridnos.

31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?

32 Y llevaban también con él otros dos, malhechores, á ser muertos.

33 Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda.

34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.

35 Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: á otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios.

36 Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre,

37 Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á ti mismo.

38 Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.

39 Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros.

40 Y respondiendo el otro, reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios, estando en la misma condenación?

41 Y nosotros, á la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo.

42 Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino.

43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.

44 Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.

45 Y el sol se obscureció: y el velo del templo se rompió por medio.

46 Entonces Jesús, clamando á gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró.

47 Y como el centurión vió lo que había acontecido, dió gloria á Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.

48 Y toda la multitud de los que estaban presentes á este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos.

49 Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.

50 Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo,

51 (El cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el reino de Dios;

52 Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.

53 Y quitado, lo envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual ninguno había aún sido puesto.

54 Y era día de la víspera de la Pascua; y estaba para rayar el sábado.

55 Y las mujeres que con él habían venido de Galilea, siguieron también y vieron el sepulcro, y cómo fué puesto su cuerpo.

56 Y vueltas, aparejaron drogas aromáticas y ungüentos; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento.

Lucas 23:1-49

23 LEVANTÁNDOSE entonces toda la multitud de ellos, lleváronle á Pilato.

Y comenzaron á acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte la nación, y que veda dar tributo á César, diciendo que él es el Cristo, el rey.

Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiéndole él, dijo: lo dices.

Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las gentes: Ninguna culpa hallo en este hombre.

Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.

Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo.

Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió á Herodes, el cual también estaba en Jerusalem en aquellos días.

Y Herodes, viendo á Jesús, holgóse mucho, porque hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer alguna señal.

Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió:

10 Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía.

11 Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una ropa rica; y volvióle á enviar á Pilato.

12 Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día; porque antes eran enemigos entre sí.

13 Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo,

14 Les dijo: Me habéis presentado á éste por hombre que desvía al pueblo: y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquéllas de que le acusáis.

15 Y ni aun Herodes; porque os remití á él, y he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha hecho.

16 Le soltaré, pues, castigado.

17 Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.

18 Mas toda la multitud dió voces á una, diciendo: Quita á éste, y suéltanos á Barrabás:

19 (El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad, y una muerte.)

20 Y hablóles otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesús.

21 Pero ellos volvieron á dar voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale.

22 Y él les dijo la tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa de muerte he hallado en él: le castigaré, pues, y le soltaré.

23 Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían.

24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían;

25 Y les soltó á aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó á Jesús á la voluntad de ellos.

26 Y llevándole, tomaron á un Simón Cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.

27 Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban.

28 Mas Jesús, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloréis á mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.

29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron.

30 Entonces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros: y á los collados: Cubridnos.

31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?

32 Y llevaban también con él otros dos, malhechores, á ser muertos.

33 Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda.

34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.

35 Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: á otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios.

36 Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre,

37 Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á ti mismo.

38 Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.

39 Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros.

40 Y respondiendo el otro, reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios, estando en la misma condenación?

41 Y nosotros, á la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo.

42 Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino.

43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.

44 Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.

45 Y el sol se obscureció: y el velo del templo se rompió por medio.

46 Entonces Jesús, clamando á gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró.

47 Y como el centurión vió lo que había acontecido, dió gloria á Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.

48 Y toda la multitud de los que estaban presentes á este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos.

49 Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.

Spanish Blue Red and Gold Letter Edition (SRV-BRG)

Spanish Blue Red and Gold Letter Edition (SRV-BRG)
Blue Red and Gold Letter Edition™ Copyright © 2012/2015 BRG Bible Ministries. Used by Permission. All rights reserved.
BRG Bible is a Registered Trademark in U.S. Patent and Trademark Office #4145648