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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 120

¡Líbrame de los mentirosos!

SALMO 120 (119)

Cántico para las peregrinaciones.

120 Dios mío,
cuando me siento angustiado,
te llamo y tú me respondes.
Dios mío,
sálvame de la gente mentirosa;
sálvame de la gente embustera.

¡Muy mal les va a ir a ustedes,
mentirosos!
¡Dios los va a castigar!
¡Les disparará flechas
puntiagudas y encendidas,
como las que lanzan los guerreros!

¡Pobre de mí!
¡Soy un hombre sin patria
que vive entre gente salvaje!
¡Ya he vivido mucho tiempo
entre los que aborrecen la paz!
Yo soy un hombre tranquilo,
¡pero ellos hablan de guerra
mientras yo hablo de paz!

2 Reyes 24:18-25:21

Sedequías, rey de Judá (2 Cr 36.11-16; Jer 52.1-3)

18 Sedequías comenzó a reinar a los veintiún años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró once años. Su madre era de Libná, y se llamaba Hamutal hija de Jeremías. 19 Sedequías desobedeció a Dios, al igual que Joacín, 20 por eso Dios se enojó muchísimo con Jerusalén y Judá, y las rechazó.

Babilonia vence a Judá (Jer 39.1-7; 52.3-11)

Después de un tiempo, Sedequías también se puso en contra del rey de Babilonia.

25 Entonces, el día diez del mes de Tébet,[a] durante el noveno año del reinado de Sedequías, el rey Nabucodonosor fue con todo su ejército para atacar a Jerusalén. Rodeó la ciudad, y construyó rampas para atacarla mejor, y permaneció alrededor de la ciudad hasta el año once del reinado de Sedequías.

Para el día nueve del mes de Tamuz[b] de ese año ya no había en Jerusalén nada que comer. Por eso, el rey Sedequías y sus soldados hicieron una abertura en la muralla que rodeaba la ciudad. Pasaron por la entrada que estaba entre las dos murallas, junto a los jardines del rey, y esa noche escaparon por el camino del valle del Jordán. Mientras tanto, los soldados de Babilonia seguían rodeando la ciudad.

Pero luego los soldados de Babilonia persiguieron al rey Sedequías, y lo alcanzaron en la llanura de Jericó. Todo el ejército de Sedequías lo abandonó y huyó. Los babilonios atraparon a Sedequías y lo llevaron a Riblá, ante el rey de Babilonia. Como castigo, el rey hizo que mataran a los hijos de Sedequías en su presencia, y luego ordenó que le sacaran los ojos y lo sujetaran con cadenas para llevarlo a Babilonia.

Nebuzaradán destruye el templo (2 Cr 36.17-21; Jer 39.8-10; 52.12-30)

Nebuzaradán, comandante de la guardia personal del rey y general del ejército de Babilonia, llegó a Jerusalén el día siete del mes de Ab[c] del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor. Nebuzaradán incendió el templo de Jerusalén, el palacio del rey y las casas de la ciudad, en especial las de los líderes más importantes. 10 Luego los soldados babilonios derribaron las murallas que rodeaban a Jerusalén. 11 Nebuzaradán se llevó a Babilonia a los judíos que habían quedado en Jerusalén, incluyendo a los que se habían unido al rey de Babilonia. 12 Sin embargo, dejó a los judíos más pobres para que cultivaran los viñedos y los campos.

13-14 Los babilonios se llevaron todo el bronce que encontraron: el de las columnas del frente del templo, las bases de los recipientes, el gran tanque de agua, las vasijas, las palas, las tijeras, los cucharones y demás utensilios que se usaban en el templo. 15 Nebuzaradán se llevó además objetos de oro y plata, como hornillos y tazones.

16 No fue posible calcular el peso del bronce de las dos columnas, ni del enorme tanque para el agua ni de las bases que el rey Salomón había mandado hacer para el templo. 17 Las dos columnas eran iguales, y cada una medía más de ocho metros de altura. La parte superior de cada columna tenía un adorno de bronce que medía más de dos metros, con una hilera de figuras de bronce en forma de manzana.

18 Además, Nebuzaradán apresó a Seraías, jefe de los sacerdotes, a Sofonías, sacerdote que le seguía en importancia, y a los tres encargados de la vigilancia del templo. 19 Apresó también a uno de los capitanes del ejército, a cinco de los ayudantes personales del rey, al oficial encargado de reunir a los soldados, y a sesenta líderes del pueblo. Todos ellos estaban en Jerusalén, 20-21 pero Nebuzaradán se los llevó a Riblá, en el territorio de Jamat, donde Nabucodonosor, rey de Babilonia, ordenó que los mataran.

De esta manera, casi todo el pueblo de Judá fue sacado de su país.

1 Corintios 15:20-34

20 Sin embargo, ¡Cristo resucitó! Esto nos enseña que también resucitarán los que murieron. 21-22 Por el pecado de Adán todos fuimos castigados con la muerte; pero, gracias a Cristo, ahora podemos volver a vivir. 23 Cada uno resucitará a su debido tiempo: primero Cristo; después, cuando él vuelva, resucitarán los que creyeron en él. 24 Luego vendrá el fin del mundo, cuando Cristo derrotará a todas las autoridades y a todos los poderes, y le entregará el reinado a Dios el Padre.

25 Cristo reinará hasta que haya vencido a todos sus enemigos. 26 El último enemigo que Cristo vencerá es la muerte. 27 Cuando la Biblia dice: «Dios puso todo bajo su dominio», la palabra «todo» no incluye a Dios, porque es Dios quien puso todo bajo la autoridad de Cristo. 28 Y cuando todo esté bajo el dominio del Hijo, él mismo se pondrá bajo la autoridad de Dios. Así, Dios estará sobre todas las cosas, pues él es quien puso todo bajo el dominio de Cristo.

29 Algunos se bautizan en lugar de alguien que ya ha muerto, y piensan que así lo salvarán. Pero, si en verdad los muertos no vuelven a vivir, ¿para qué bautizarse? 30 ¿Y para qué poner en peligro nuestra vida en todo momento? 31 Ustedes bien saben que todos los días estoy en peligro de muerte. Esto es tan cierto como la satisfacción que tengo de que ustedes creen en Cristo. 32 En Éfeso luché con hombres que parecían fieras salvajes. Pero, si es verdad que los muertos no vuelven a vivir, entonces ¿qué gané con eso? Mejor hagamos lo que algunos dicen: «Comamos y bebamos, que mañana moriremos.»

33 ¡No se dejen engañar! Bien dice el dicho, que «Las malas amistades echan a perder las buenas costumbres.» 34 Piensen bien lo que hacen, y no sigan desobedeciendo a Dios. Algunos de ustedes deberían sentir vergüenza de no conocerlo.