Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
LIBRO I(A)
1 Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en la senda de los pecadores
ni cultiva la amistad de los blasfemos,
2 sino que en la ley del Señor se deleita,
y día y noche medita en ella.
3 Es como el árbol
plantado a la orilla de un río
que, cuando llega su tiempo, da fruto
y sus hojas jamás se marchitan.
¡Todo cuanto hace prospera!
4 En cambio, los malvados
son como paja arrastrada por el viento.
5 Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos.
6 Porque el Señor cuida el camino de los justos,
mas la senda de los malos lleva a la perdición.
17 »El pecado de Judá está escrito
con cincel de hierro;
grabado está con punta de diamante
sobre la tabla de su corazón
y sobre los cuernos de sus altares.
2 Bien que se acuerdan sus hijos
de sus altares junto a árboles frondosos;
de sus imágenes de Aserá sobre altas colinas
3 y sobre mi montaña a campo abierto.
»Entregaré como botín tu riqueza,
tus tesoros y tus santuarios paganos,
por todos tus pecados
en todo tu territorio.
4 Por tu culpa perderás la herencia
que yo te había dado.
Te haré esclava de tus enemigos,
en un país para ti desconocido,
porque has encendido mi ira,
la cual se mantendrá ardiendo para siempre».
24 »Cuando un espíritu maligno sale de una persona, va por lugares áridos buscando un descanso. Y, al no encontrarlo, dice: “Volveré a mi casa, de donde salí”. 25 Cuando llega, la encuentra barrida y arreglada. 26 Luego va y trae otros siete espíritus más malvados que él, y entran a vivir allí. Así que el estado final de aquella persona resulta peor que el inicial».
27 Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer de entre la multitud exclamó:
―¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te amamantó![a]
28 ―Dichosos más bien —contestó Jesús— los que oyen la palabra de Dios y la obedecen.
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