Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Oración de un anciano
71 En ti, Jehová, me he refugiado;
no sea yo avergonzado jamás.
2 Socórreme y líbrame en tu justicia;
Inclina tu oído y sálvame.
3 Sé para mí una roca de refugio
adonde recurra yo continuamente.
Tú has dado mandamiento para salvarme,
porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
4 Dios mío, líbrame de manos del impío,
de manos del perverso y violento,
5 porque tú, Señor Jehová, eres mi esperanza,
seguridad mía desde mi juventud.
6 En ti he sido sustentado desde el vientre.
Del vientre de mi madre tú fuiste el que me sacó;
para ti será siempre mi alabanza.
Reinado de Sedequías(A)
11 Veintiún años tenía Sedequías cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalén. 12 Hizo lo malo ante los ojos de Jehová, su Dios, y no se humilló delante del profeta Jeremías, que le hablaba de parte de Jehová. 13 Se rebeló asimismo contra Nabucodonosor, al cual había jurado fidelidad delante de Dios. Fue obstinado y se empeñó en no volverse a Jehová, el Dios de Israel.
14 También todos los principales sacerdotes y el pueblo aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalén. 15 Jehová, el Dios de sus padres, les envió constantemente avisos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su morada. 16 Pero ellos se mofaban de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.
Cautividad de Judá(B)
17 Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni virgen, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus manos. 18 Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia. 19 Quemaron la casa de Dios y derribaron el muro de Jerusalén, prendieron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos de valor.
20 A los que escaparon de la espada los llevó cautivos a Babilonia, donde fueron siervos de él y de sus hijos hasta que vino el reino de los persas; 21 para que se cumpliera la palabra de Jehová, dada por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.
Jesús llama a Felipe y a Natanael
43 Al siguiente día, Jesús quiso ir a Galilea; encontró a Felipe y le dijo:
—Sígueme.
44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Felipe encontró a Natanael y le dijo:
—Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley, y también los Profetas: a Jesús hijo de José, de Nazaret.
46 Natanael le dijo:
—¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Respondió Felipe:
—Ven y ve.
47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él:
—¡Aquí está un verdadero israelita en quien no hay engaño!
48 Le dijo Natanael:
—¿De dónde me conoces?
Jesús le respondió:
—Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
49 Natanael exclamó:
—¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!
50 Le contestó Jesús:
—¿Crees porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”? Cosas mayores que éstas verás.
51 Y agregó:
—De cierto, de cierto os digo: Desde ahora veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre.
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