Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
5 Dios mío,
tu amor es tan grande
que llega hasta el cielo;
tan grande es tu bondad
que llega hasta las nubes.
6 Tus decisiones son justas,
son firmes como las montañas
y profundas como el mar.
¡Hombres y animales
están bajo tu cuidado!
7 Dios mío,
¡tu amor es incomparable!
Bajo tu sombra protectora
todos hallamos refugio.
8 Con la abundancia de tu casa
nos dejas satisfechos;
en tu río de bendiciones
apagas nuestra sed.
9 Sólo en ti se encuentra
la fuente de la vida,
y sólo en tu presencia
podemos ver la luz.
10 ¡Bendice con tu amor
a todos los que te aman!
¡Salva con tu justicia
a los que son sinceros!
3 Dios le dijo al pueblo de Judá:
«Supongamos que un hombre se divorcia, y que luego la que era su esposa se casa con otro hombre; ¿tú crees que el primer esposo volvería a casarse con esa mujer? ¡Claro que no! ¡Eso sería una vergüenza para el país! Entonces, ¿cómo es que tú pretendes volver conmigo? ¡Si tienes más dioses que los amantes que tiene una prostituta! Y ésta es la pura verdad.
2 »Mira hacia las colinas desiertas,
y dime dónde no has adorado dioses extraños.
Te sientas junto a los caminos,
y te ofreces como prostituta
a todos los que pasan.
Con tu infidelidad
has llenado de maldad el país.
3 Por eso no llegan las lluvias,
ni caen aguaceros en la primavera.
No tienes vergüenza;
eres peor que una prostituta.
4 Hasta hace poco me decías
que me querías como a un esposo,
que yo era el novio de tu juventud.
5 También me pediste calmar mi enojo,
pero no hablabas en serio,
pues seguiste haciendo lo malo».
18 Al ver Simón que la gente recibía el Espíritu Santo cuando los apóstoles les ponían las manos sobre la cabeza, les ofreció dinero a los apóstoles y les dijo:
19 —Denme ese mismo poder que tienen ustedes. Así yo también podré darle el Espíritu Santo a quien le imponga las manos.
20 Pero Pedro le respondió:
—¡Vete al infierno con todo y tu dinero! ¡Lo que Dios da como regalo, no se compra con dinero! 21 Tú no tienes parte con nosotros, pues bien sabe Dios que tus intenciones no son buenas. 22-23 Claramente veo que tienes envidia, y que no puedes dejar de hacer lo malo. Tienes que dejar de hacerlo. Si le pides perdón a Dios por tus malas intenciones, tal vez te perdone.
24 Simón les suplicó:
—¡Por favor, pídanle a Dios que me perdone, para que no me vaya al infierno!
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