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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Salmos 75

Para el director del coro: salmo de Asaf; cántese con la melodía de «¡No destruyas!».

75 ¡Te damos gracias, oh Dios!
    Te damos gracias porque estás cerca;
    por todas partes, la gente habla de tus hechos maravillosos.

Dios dice: «En el momento que tengo pensado,
    haré justicia contra los perversos.
Cuando la tierra tiembla y sus habitantes viven en caos,
    yo soy quien mantiene firme sus cimientos. Interludio

»Al orgulloso le advertí: “¡Deja de jactarte!”.
    Al perverso le dije: “¡No levantes tus puños!
No levantes tus puños desafiantes contra los cielos
    ni hables con semejante arrogancia”».
Pues nadie en la tierra—del oriente ni del occidente,
    ni siquiera del desierto—
    debería alzar[a] un puño desafiante.
Dios es el único que juzga;
    él decide quién se levantará y quién caerá.
Pues el Señor sostiene una copa en la mano,
    llena de vino espumoso mezclado con especias.
Él derrama el vino en señal de juicio,
    y todos los malvados lo beberán
    hasta la última gota.

En cuanto a mí, siempre proclamaré lo que Dios ha hecho;
    cantaré alabanzas al Dios de Jacob.
10 Pues Dios dice: «Quebraré la fuerza de los malvados,
    pero aumentaré el poder de los justos».

Job 41:12-34

12 »Quiero hacer hincapié en las extremidades del Leviatán,
    en su enorme fuerza y en su apariencia tan llena de gracia.
13 ¿Quién puede quitarle la piel,
    y quién puede penetrar su doble capa de armadura[a]?
14 ¿Quién podría abrir sus mandíbulas a la fuerza?
    ¡Sus dientes dan terror!
15 Las escamas en su lomo son como[b] hileras de escudos
    fuertemente selladas.
16 Están tan apretadas
    que el aire no puede pasar entre ellas.
17 Cada escama está fuertemente pegada a la siguiente;
    están entrelazadas y nada puede traspasarlas.

18 »Cuando estornuda, ¡lanza destellos de luz!
    Sus ojos son como el rojo del amanecer.
19 De su boca saltan relámpagos;
    destellan llamas de fuego.
20 Humo sale de sus narices
    como el vapor de una olla calentada al fuego hecho de juncos.
21 Su aliento podría encender el carbón,
    porque de su boca salen llamaradas.

22 »La tremenda fuerza del cuello del Leviatán
    infunde terror dondequiera que va.
23 Su carne es dura y firme
    y no se puede traspasar.
24 Su corazón es duro como la roca,
    duro como piedra de molino.
25 Cuando se levanta, los poderosos tienen miedo;
    el terror se apodera de ellos.
26 No hay espada que pueda detenerlo
    ni lanza, ni dardo, ni jabalina.
27 El hierro no es más que paja para esa criatura,
    y el bronce, madera podrida.
28 Las flechas no lo hacen huir;
    las piedras tiradas con honda son como trocitos de hierba.
29 Los garrotes son como una brizna de hierba,
    y se ríe del silbido de las jabalinas.
30 Su vientre está cubierto de escamas tan afiladas como el vidrio;
    escarba el suelo cuando se arrastra por el barro.

31 »El Leviatán hace hervir el agua con su sacudimiento;
    agita las profundidades como una olla de ungüento.
32 Deja en su estela agua reluciente
    que hace que el mar parezca blanco.
33 En la tierra es sin igual;
    ninguna otra criatura es tan intrépida.
34 De todas las criaturas, es la más orgullosa.
    Es el rey de las bestias».

Juan 13:1-17

Jesús lava los pies a sus discípulos

13 Antes de la celebración de la Pascua, Jesús sabía que había llegado su momento para dejar este mundo y regresar a su Padre. Había amado a sus discípulos durante el ministerio que realizó en la tierra y ahora los amó hasta el final.[a] Era la hora de cenar, y el diablo ya había incitado a Judas, hijo de Simón Iscariote, para que traicionara[b] a Jesús. Jesús sabía que el Padre le había dado autoridad sobre todas las cosas y que había venido de Dios y regresaría a Dios. Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura y echó agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.

Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo:

—Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?

Jesús contestó:

—Ahora no entiendes lo que hago, pero algún día lo entenderás.

—¡No!—protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!

—Si no te lavo —respondió Jesús—, no vas a pertenecerme.

—¡Entonces, lávame también las manos y la cabeza, Señor, no solo los pies!—exclamó Simón Pedro.

10 Jesús respondió:

—Una persona que se ha bañado bien no necesita lavarse más que los pies[c] para estar completamente limpia. Y ustedes, discípulos, están limpios, aunque no todos.

11 Pues Jesús sabía quién lo iba a traicionar. A eso se refería cuando dijo: «No todos están limpios».

12 Después de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, se sentó y preguntó:

—¿Entienden lo que acabo de hacer? 13 Ustedes me llaman “Maestro” y “Señor” y tienen razón, porque es lo que soy. 14 Y, dado que yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15 Les di mi ejemplo para que lo sigan. Hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. 16 Les digo la verdad, los esclavos no son superiores a su amo ni el mensajero es más importante que quien envía el mensaje. 17 Ahora que saben estas cosas, Dios los bendecirá por hacerlas.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.