Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
La seguridad de una vida limpia
(1a) De David.
26 (1b) Señor, hazme justicia,
pues mi vida no tiene tacha.
En ti, Señor, confío firmemente;
2 examíname, ¡ponme a prueba!,
¡pon a prueba mis pensamientos
y mis sentimientos más profundos!
3 Yo tengo presente tu amor
y te he sido fiel;
4 jamás conviví con los mentirosos
ni me junté con los hipócritas.
5 Odio las reuniones de los malvados;
¡jamás conviví con los perversos!
6 Lavadas ya mis manos y limpias de pecado,
quiero, Señor, acercarme a tu altar,
7 y entonar cantos de alabanza,
y proclamar tus maravillas.
8 Yo amo, Señor, el templo donde vives,
el lugar donde reside tu gloria.
9 No me quites la vida junto con los pecadores;
no me hagas correr la suerte de los asesinos,
10 de esos que tienen las manos
llenas de maldad y soborno.
11 Pero mi vida es intachable;
¡sálvame, ten compasión de mí!
12 Mis pies están en terreno firme;
¡bendeciré al Señor en presencia de su pueblo!
Primera serie de diálogos(A)
Elifaz
4 Seguramente, Job, te será molesto
que alguien se atreva a hablarte,
pero no es posible quedarse callado.
3 Tú, que dabas lecciones a muchos
y fortalecías al débil;
4 tú, que animabas a levantarse al que caía
y sostenías al que estaba por caer,
5 ¿te acobardas y pierdes el valor
ahora que te toca sufrir?
6 Tú, que eres un fiel servidor de Dios,
un hombre de recta conducta,
¿cómo es que no tienes plena confianza?
7 Piensa, a ver si recuerdas un solo caso
de un inocente que haya sido destruido.
8 La experiencia me ha enseñado
que los que siembran crimen y maldad
cosechan lo que antes sembraron.
9 Dios, en su furor, sopla sobre ellos
y los destruye por completo.
10 Por más que gruñan y rujan como leones,
Dios los hará callar rompiéndoles los dientes.
11 Morirán como leones que no hallaron presa,
y sus hijos serán dispersados.
12 Calladamente me llegó un mensaje,
tan suave que apenas escuché un murmullo.
13 Por la noche, cuando el sueño cae sobre los hombres,
tuve una inquietante pesadilla.
14 El terror se apoderó de mí;
todos los huesos me temblaban.
15 Un soplo me rozó la cara
y la piel se me erizó.
16 Alguien estaba allí,
y pude ver su silueta
pero no el aspecto que tenía.
Todo en silencio... Luego oí una voz:
17 «¿Puede el hombre ser justo ante Dios?
¿Puede ser puro ante su creador?
18 Ni aun sus servidores celestiales
merecen toda su confianza.
Si hasta en sus ángeles encuentra Dios defectos,
19 ¡cuánto más en el hombre, ser tan débil
como una casa de barro construida sobre el polvo,
y que puede ser aplastado como la polilla!
20 Entre la mañana y la tarde es destruido;
muere para siempre, y a nadie le importa.
21 Su vida acaba como un hilo que se corta;
muere sin haber alcanzado sabiduría.»
8 Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, 2 porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad humana: Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil. 4 Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil sino según el Espíritu.
5 Los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil, sólo se preocupan por seguirlas; pero los que viven conforme al Espíritu, se preocupan por las cosas del Espíritu. 6 Y preocuparse por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil lleva a la muerte; pero preocuparse por las cosas del Espíritu lleva a la vida y a la paz. 7 Los que se preocupan por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley. 8 Por eso, los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios.
9 Pero ustedes ya no viven según esas inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. 10 Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado. 11 Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.