Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Las bendiciones del Señor
(1a) Cántico de las subidas.
128 (1b) Feliz tú, que honras al Señor
y le eres obediente.
2 Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y te irá bien.
3 En la intimidad de tu hogar,
tu mujer será como una vid cargada de uvas;
tus hijos, alrededor de tu mesa,
serán como retoños de olivo.
4 Así bendecirá el Señor al hombre que lo honra.
5 ¡Que el Señor te bendiga desde el monte Sión!
¡Que veas el bienestar de Jerusalén
todos los días de tu vida!
6 ¡Que llegues a ver a tus nietos!
¡Que haya paz en Israel!
Hay que cumplir lo que se promete
5 (4.17) Cuando vayas al templo de Dios, cuida tu conducta: en vez de ofrecer sacrificios como la gente tonta que no se da cuenta de que hace mal, acércate dispuesto a obedecer.
2 (1) No te apresures, ni con los labios ni con el pensamiento, a hacer promesas a Dios, pues Dios está en el cielo y tú en la tierra. Por eso, habla lo menos que puedas, 3 (2) porque por mucho pensar se tienen pesadillas, y por mucho hablar se dicen tonterías.
4 (3) Cuando hagas una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, porque a él no le agradan los necios. Cumple lo que prometes, 5 (4) pues vale más no prometer, que prometer y no cumplir.
6 (5) No permitas que tus labios te hagan pecar, y luego digas ante el enviado de Dios que lo hiciste por error. ¿Por qué hacer que Dios se enoje por lo que dices y destruya lo que has hecho? 7 (6) Por lo tanto, en medio de tantas pesadillas y de tantas palabras y cosas sin sentido, tú debes mostrar reverencia hacia Dios.
Contradicciones de la vida
8 (7) No te sorprendas si en algún país ves que se oprime al pobre y que se hace violencia a la justicia y al derecho, porque a un alto oficial lo encubre otro más alto, y otros más altos oficiales encubren a estos dos. 9 (8) ¡Y a eso se le llama progreso del país y estar el rey al servicio del campo!
10 (9) El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas, nunca cree tener bastante. Esto es también vana ilusión, 11 (10) porque mientras más se tiene, más se gasta. ¿Y qué se gana con tener, aparte de contemplar lo que se tiene? 12 (11) El que trabaja, coma poco o mucho, siempre duerme a gusto; al rico, en cambio, sus riquezas no lo dejan dormir.
13 (12) Una cosa realmente lamentable he visto en este mundo: que el amontonar riquezas va en perjuicio de su dueño, 14 (13) pues un mal negocio puede acabar con toda esa riqueza, y si él tiene un hijo, ya no tendrá después nada que dejarle. 15 (14) Y tal como vino a este mundo, así se irá: tan desnudo como cuando nació, y sin llevarse nada del fruto de su trabajo. 16 (15) Esto es realmente lamentable: que tal como vino al mundo, así también se irá. ¿Y qué sacó de tanto trabajar para nada? 17 (16) Para colmo, toda su vida se la pasó en tinieblas, y con muchas molestias, dolores y resentimientos.
18 (17) He encontrado que lo mejor y más agradable es comer y beber, y disfrutar del fruto de tanto trabajar en este mundo durante la corta vida que Dios nos da, pues eso es lo que nos ha tocado. 19 (18) Por otra parte, a todo aquel a quien Dios da abundantes riquezas, le da también la facultad de comer de ellas y de tomar lo que le corresponde, pues el disfrutar de tanto trabajo viene de parte de Dios. 20 (19) Y como Dios le llena de alegría el corazón, no se preocupa mucho por el curso de su vida.
«A donde yo voy, ustedes no pueden ir»
21 Jesús les volvió a decir:
—Yo me voy, y ustedes me van a buscar, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden ir.
22 Los judíos dijeron:
—¿Acaso estará pensando en matarse, y por eso dice que no podemos ir a donde él va?
23 Jesús les dijo:
—Ustedes son de aquí abajo, pero yo soy de arriba; ustedes son de este mundo, pero yo no soy de este mundo. 24 Por eso les dije que morirán en sus pecados; porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados.
25 Entonces le preguntaron:
—¿Quién eres tú?
Jesús les respondió:
—En primer lugar, ¿por qué he de hablar con ustedes? 26 Tengo mucho que decir y que juzgar de ustedes, pero el que me ha enviado dice la verdad, y lo que yo le digo al mundo es lo mismo que le he oído decir a él.
27 Pero ellos no entendieron que les hablaba del Padre. 28 Por eso les dijo:
—Cuando ustedes levanten en alto al Hijo del hombre, reconocerán que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; solamente digo lo que el Padre me ha enseñado. 29 Porque el que me ha enviado está conmigo; mi Padre no me ha dejado solo, porque yo siempre hago lo que a él le agrada.
30 Cuando Jesús dijo esto, muchos creyeron en él.
Los hijos de Dios y los esclavos del pecado
31 Jesús les dijo a los judíos que habían creído en él:
—Si ustedes se mantienen fieles a mi palabra, serán de veras mis discípulos; 32 conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
33 Ellos le contestaron:
—Nosotros somos descendientes de Abraham, y nunca hemos sido esclavos de nadie; ¿cómo dices tú que seremos libres?
34 Jesús les dijo:
—Les aseguro que todos los que pecan son esclavos del pecado. 35 Un esclavo no pertenece para siempre a la familia; pero un hijo sí pertenece para siempre a la familia. 36 Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres. 37 Ya sé que ustedes son descendientes de Abraham; pero quieren matarme porque no aceptan mi palabra. 38 Yo hablo de lo que el Padre me ha mostrado; así también ustedes, hagan lo que del Padre han escuchado.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.