Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
9 ¡Te entonaré una nueva canción, oh Dios!
Cantaré tus alabanzas con un arpa de diez cuerdas.
10 ¡Pues tú concedes la victoria a los reyes!
Rescataste a tu siervo David de la espada mortal.
11 ¡Sálvame!
Rescátame del poder de mis enemigos.
Su boca está llena de mentiras;
juran decir la verdad pero, al contrario, mienten.
12 Que nuestros hijos florezcan en su juventud
como plantas bien nutridas;
que nuestras hijas sean como columnas elegantes,
talladas para embellecer un palacio.
13 Que nuestros graneros estén llenos
de toda clase de cosechas;
que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles,
y hasta de a diez miles,
14 y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos.
Que ningún enemigo penetre nuestras murallas,
ni nos lleve cautivos,
ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades.
15 ¡Felices los que viven así!
Felices de verdad son los que tienen a Dios como el Señor.
La joven
2 Yo dormía, pero mi corazón estaba atento,
cuando oí que mi amante tocaba a la puerta y llamaba:
«Ábreme, tesoro mío, amada mía,
mi paloma, mi mujer perfecta.
Mi cabeza está empapada de rocío,
mi cabello, con la humedad de la noche».
3 Pero yo le respondí:
«Me he quitado el vestido,
¿por qué debería vestirme otra vez?
He lavado mis pies,
¿por qué debería ensuciarlos?».
4 Mi amante trató de abrir el cerrojo de la puerta,
y mi corazón se estremeció dentro de mí.
5 Salté para abrirle la puerta a mi amor,
y mis manos destilaron perfume.
Mis dedos goteaban preciosa mirra
mientras yo corría el pasador.
6 Le abrí a mi amado,
¡pero él ya se había ido!
Se me desplomó el corazón.
Lo busqué
pero no pude encontrarlo.
Lo llamé
pero no tuve respuesta.
7 Los guardias nocturnos me encontraron
mientras hacían sus rondas.
Me golpearon y me lastimaron
y me arrancaron el velo,
aquellos guardias del muro.
8 Oh mujeres de Jerusalén, prométanme:
si encuentran a mi amante,
díganle que desfallezco de amor.
Las jóvenes de Jerusalén
9 ¿Por qué es tu amante mejor que todos los demás,
oh mujer de singular belleza?
¿Qué hace que tu amante sea tan especial
para que te hagamos esa promesa?
La joven
10 Mi amado es trigueño y deslumbrante,
¡el mejor entre diez mil!
11 Su cabeza es del oro más fino;
su cabello ondulado es negro como el cuervo.
12 Sus ojos brillan como palomas
junto a manantiales de agua,
montados como joyas
lavadas en leche.
13 Sus mejillas son como jardines de especias
que esparcen aromas.
Sus labios son como lirios,
perfumados con mirra.
14 Sus brazos son como barras de oro torneadas,
adornados con berilo.
Su cuerpo es como marfil reluciente;
resplandece de lapislázuli.
15 Sus piernas son como columnas de mármol
colocadas sobre bases de oro puro.
Su porte es majestuoso,
como los nobles cedros del Líbano.
16 Su boca es la dulzura misma;
él es deseable en todo sentido.
Así es mi amante, mi amigo,
oh mujeres de Jerusalén.
Las jóvenes de Jerusalén
6 ¿Adónde se ha ido tu amante,
oh mujer de singular belleza?
Dinos por cuál camino se fue
para ayudarte a encontrarlo.
La joven
2 Mi amante ha bajado a su jardín,
a sus lechos de especias,
para pasear por los jardines
y juntar los lirios.
3 Yo soy de mi amante, y mi amante es mío.
Él apacienta entre los lirios.
19 Pues Dios se complace cuando ustedes, siendo conscientes de su voluntad, sufren con paciencia cuando reciben un trato injusto. 20 Es obvio que no hay mérito en ser paciente si a uno lo golpean por haber actuado mal, pero si sufren por hacer el bien y lo soportan con paciencia, Dios se agrada de ustedes.
21 Pues Dios los llamó a hacer lo bueno, aunque eso signifique que tengan que sufrir, tal como Cristo sufrió[a] por ustedes. Él es su ejemplo, y deben seguir sus pasos.
22 Él nunca pecó
y jamás engañó a nadie.[b]
23 No respondía cuando lo insultaban
ni amenazaba con vengarse cuando sufría.
Dejaba su causa en manos de Dios,
quien siempre juzga con justicia.
24 Él mismo cargó nuestros pecados
sobre su cuerpo en la cruz,
para que nosotros podamos estar muertos al pecado
y vivir para lo que es recto.
Por sus heridas,
ustedes son sanados.
25 Antes eran como ovejas
que andaban descarriadas.
Pero ahora han vuelto a su Pastor,
al Guardián de sus almas.
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.