Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Perversión del hombre(A)
(1) Del maestro de coro, para la enfermedad. Instrucción de David.
53 (2) Los necios piensan que no hay Dios:
todos se han pervertido,
han hecho cosas malvadas;
¡no hay nadie que haga lo bueno!
2 (3) Desde el cielo, Dios mira a los hombres
para ver si hay alguien con entendimiento,
alguien que busque a Dios.
3 (4) Pero todos se han desviado,
todos por igual se han pervertido.
¡Ya no hay quien haga lo bueno!
¡No hay ni siquiera uno!
4 (5) No tienen entendimiento los malhechores,
los que se comen a mi pueblo como quien come pan,
los que no invocan el nombre de Dios.
5 (6) Aunque no haya razón para temblar,
ellos temblarán de miedo,
porque Dios esparce los huesos del enemigo.
Quedarán en ridículo, porque Dios los rechaza.
6 (7) ¡Ojalá que del monte Sión
venga la salvación de Israel!
Cuando Dios cambie la suerte de su pueblo,
se alegrarán los descendientes de Jacob,
todo el pueblo de Israel.
23 Mientras tanto, un destacamento filisteo avanzó hacia el paso de Micmás.
Hazaña de Jonatán
14 Cierto día Jonatán, el hijo de Saúl, dijo a su ayudante:
—Ven, crucemos el río y ataquemos al destacamento filisteo que está al otro lado.
Pero Jonatán no dijo nada de esto a su padre, 2 que había acampado en el extremo de una colina y estaba debajo de un granado, en un lugar donde trillaban trigo, acompañado por una tropa compuesta de seiscientos hombres. 3 El encargado de llevar el efod era Ahías, que era hijo de Ahitub y sobrino de Icabod, el hijo de Finees y nieto de Elí, el sacerdote del Señor en Siló.
La gente no sabía que Jonatán se había ido. 4 Mientras tanto, él trataba de llegar hasta donde se encontraba el destacamento filisteo. El paso estaba entre dos grandes peñascos, llamados Bosés y Sene, 5 uno al norte, frente a Micmás, y el otro al sur, frente a Guibeá. 6 Y Jonatán dijo a su ayudante:
—Anda, vamos al otro lado, hasta donde se encuentra el destacamento de esos paganos. Quizá el Señor haga algo por nosotros, ya que para él no es difícil darnos la victoria con mucha gente o con poca.
7 —Haz todo lo que tengas en mente, que estoy dispuesto a apoyarte en tus propósitos —respondió su ayudante.
8 Entonces Jonatán le dijo:
—Mira, vamos a pasar al otro lado, a donde están esos hombres, y dejaremos que nos vean. 9 Si nos dicen que esperemos a que bajen hasta donde estamos, nos quedaremos allí y no subiremos adonde ellos están. 10 Pero si nos dicen que subamos, lo haremos así, porque eso será una señal de que el Señor nos dará la victoria.
11 Así pues, los dos dejaron que los filisteos del destacamento los vieran. Y éstos, al verlos, dijeron: «Miren, ya están saliendo los hebreos de las cuevas en que se habían escondido.» 12 Y en seguida les gritaron a Jonatán y a su ayudante:
—¡Suban adonde estamos, que les vamos a contar algo!
Entonces Jonatán le dijo a su ayudante:
—Sígueme, porque el Señor va a entregarlos en manos de los israelitas.
13 Jonatán subió trepando con pies y manos, seguido de su ayudante. A los que Jonatán hacía rodar por tierra, su ayudante los remataba en seguida. 14 En este primer ataque, Jonatán y su ayudante mataron a unos veinte hombres en corto espacio. 15 Todos los que estaban en el campamento y fuera de él se llenaron de miedo. Los soldados del destacamento y los grupos de guerrilleros también tuvieron miedo. Al mismo tiempo hubo un temblor de tierra, y se produjo un pánico enorme.
16 Los centinelas de Saúl, que estaban en Guibeá de Benjamín, vieron a los filisteos correr en tropel de un lado a otro. 17 Entonces Saúl dijo al ejército que lo acompañaba:
—Pasen revista para ver quién falta de los nuestros.
Al pasar revista, se vio que faltaban Jonatán y su ayudante. 18 Y como ese día el efod de Dios se hallaba entre los israelitas, Saúl le dijo a Ahías:
—Trae aquí el efod de Dios.
19 Pero mientras Saúl hablaba con el sacerdote, la confusión en el campamento filisteo iba en aumento. Entonces Saúl le dijo al sacerdote:
—Ya no lo traigas.
20 En seguida Saúl y todas sus tropas se reunieron y se lanzaron a la batalla. Era tal la confusión que había entre los filisteos, que acabaron matándose entre sí. 21 Además, los hebreos que desde hacía tiempo estaban con los filisteos y habían salido con ellos como parte de su ejército, se pasaron al lado de los israelitas que acompañaban a Saúl y Jonatán. 22 Y cuando los israelitas que se habían refugiado en los montes de Efraín supieron que los filisteos huían, se lanzaron a perseguirlos y a darles batalla. 23 El combate se extendió hasta Bet-avén, y el Señor libró a Israel en esta ocasión.
Advertencias y despedida
11 ¡Miren ustedes con qué letras tan grandes les estoy escribiendo ahora con mi propia mano! 12 Esos que quieren obligarlos a circuncidarse, lo hacen solamente para quedar bien con la gente y no ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo. 13 Pero ni siquiera los que se circuncidan cumplen todo lo que la ley dice. En cambio quieren que ustedes se circunciden, para gloriarse de haberlos obligado a ustedes a llevar esa marca en el cuerpo. 14 En cuanto a mí, de nada quiero gloriarme sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Pues por medio de la cruz de Cristo, el mundo ha muerto para mí y yo he muerto para el mundo. 15 De nada vale estar o no estar circuncidados; lo que sí vale es el haber sido creados de nuevo. 16 Reciban paz y misericordia todos los que viven según esta regla, y todos los del Israel de Dios.
17 De ahora en adelante no quiero que nadie me cause más dificultades; pues llevo marcadas en mi cuerpo las señales de lo que he sufrido en unión con Jesús.
18 Hermanos, que nuestro Señor Jesucristo derrame su gracia sobre todos ustedes. Amén.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.