Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Fidelidad de Jehová para con Israel
99 Jehová reina; tiemblen los pueblos.
Él está sentado sobre los querubines, estremézcase la tierra.
2 Jehová es grande en Sión,
Y encumbrado sobre todos los pueblos.
3 Alaben tu nombre grande y temible;
Él es santo.
4 Es el Rey poderoso que ama la justicia.
Tú estableces la rectitud;
Tú has hecho en Jacob justicia y derecho.
5 Exaltad a Jehová nuestro Dios,
Y postraos ante el estrado de sus pies;
Él es santo.
6 Moisés y Aarón entre sus sacerdotes,
Y Samuel entre los que invocaron su nombre;
Invocaban a Jehová, y él les respondía.
7 En columna de nube hablaba con ellos;
Guardaban sus testimonios, y el estatuto que les había dado.
8 Jehová Dios nuestro, tú les respondías;
Fuiste para ellos un Dios perdonador,
Y vengador de sus maldades.
9 Exaltad a Jehová nuestro Dios,
Y postraos ante su sano monte,
Porque Jehová nuestro Dios es santo.
22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes.
24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que de vosotros oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.
25 Si peca el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno peca contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.
26 Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres.
27 Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando los hijos estaban en Egipto en casa de Faraón?
28 Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel.
29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?
30 Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.
31 He aquí vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa.
32 Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa.
33 El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril.
34 Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofní y Fineés: ambos morirán en un día.
35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.
36 Y el que haya quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los ministerios, para que pueda comer un bocado de pan.
El paralítico de Betesda
5 Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las Ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.
3 En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, [que esperaban el movimiento del agua.
4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero entraba en el estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese][a].
5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
6 Cuando Jesús lo vio tendido, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres quedar sano?
7 Le respondió el enfermo: Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entretanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla, y anda.
9 Y al instante aquel hombre quedó sano, y tomó su camilla, y echó a andar. Y era sábado aquel día.
10 Decían, pues, los judíos a aquel que había sido sanado: Es sábado; no te es lícito llevar la camilla.
11 Él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu camilla y anda.
12 Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu camilla y anda?
13 Y el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar.
14 Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, ya estás sano; no peques más, para que no te suceda alguna cosa peor.
15 El hombre se fue, y les contó a los judíos que era Jesús el que le había sanado.
16 Y por esto, los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en sábado.
17 Y Jesús les respondió: Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo.
18 Por esto, pues, procuraban más aún los judíos matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.