Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 95 (94)
Postrémonos ante el Señor
95 ¡Vengan, cantemos con gozo al Señor,
aclamemos al que es nuestro amparo salvador!
2 ¡Vayamos hacia él dándole gracias,
aclamémosle con cantos!
3 Porque el Señor es un Dios grande,
un gran rey sobre todos los dioses.
4 En su mano están las simas de la tierra,
las cumbres de los montes son suyas;
5 suyo es el mar, pues él lo hizo,
y la tierra firme que crearon sus manos.
6 Vengan, adorémoslo de rodillas,
postrémonos ante el Señor que nos hizo,
7 porque él es nuestro Dios
y nosotros el pueblo que apacienta,
el rebaño que él guía.
¡Ojalá escuchen hoy su voz!
8 “No endurezcan el corazón como en Meribá,
como en el desierto el día de Masá,
9 cuando sus padres me retaron,
me probaron aun conociendo mi obra”.
10 Cuarenta años rechacé a esta generación
y dije: “Son un pueblo extraviado,
no conocen mis caminos”.
11 Yo juré lleno de cólera:
“No entrarán en mi lugar de descanso”.
David, rey en Jerusalén (11,1—12,41)
David, rey de Israel (2 Sm 5,1-3)
11 Todo Israel se reunió con David en Hebrón y le dijeron:
— Nosotros somos de tu misma raza. 2 Ya antes, cuando Saúl aún reinaba, eras tú el que dirigías a Israel. Además, el Señor tu Dios te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”.
3 Todos los ancianos de Israel llegaron, pues, a Hebrón ante el rey, y David hizo con ellos un pacto ante el Señor en Hebrón. Luego ungieron a David como rey de Israel, conforme había anunciado el Señor por medio de Samuel.
Conquista de Jerusalén (2 Sm 5,6-10)
4 David y todo Israel marcharon hacia Jerusalén, llamada Jebús, cuyo territorio estaba habitado por los jebuseos. 5 Los habitantes de Jebús dijeron a David:
— No entrarás aquí.
Pero David conquistó la fortaleza de Sión, la llamada Ciudad de David. 6 David había dicho:
— El primero que mate a un jebuseo será ascendido a capitán general.
Joab, el hijo de Seruyá, atacó en primer lugar y fue ascendido a capitán. 7 David se instaló en la fortaleza, por lo que la llamaron Ciudad de David. 8 Luego edificó la ciudad de alrededor, desde el terraplén hasta la muralla, mientras Joab restauraba el resto de la ciudad. 9 David iba haciéndose cada día más poderoso, pues el Señor del universo estaba con él.
13 Entonces, uno de los ancianos me preguntó:
— ¿Quiénes son y de dónde han venido estos de las túnicas blancas?
14 Yo le respondí:
— Mi Señor, tú eres quien lo sabe.
Él me dijo:
— Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero. 15 Por eso están ante el trono de Dios, rindiéndole culto día y noche en su Templo; y el que está sentado en el trono los protege. 16 Ya no volverán a sentir hambre ni sed ni el ardor agobiante del sol. 17 El Cordero que está en medio del trono será su pastor, los conducirá a manantiales de aguas vivas, y Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España