Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 107 (106)
Alaben al Señor por su bondad
107 Alaben al Señor por su bondad,
porque es eterno su amor.
2 Que lo digan los que el Señor ha salvado,
los que ha salvado del poder del enemigo,
3 los que reunió de entre los países,
de oriente y de occidente,
del norte y del poniente.
4 Vagaban perdidos por el árido desierto,
no hallaban el camino a una ciudad habitada.
5 Estaban hambrientos, tenían sed,
su vida se iba agotando.
6 Pero en su angustia gritaron al Señor
y él los salvó de sus penurias;
7 los guió por un camino recto
hasta llegar a una ciudad habitada.
8 ¡Que alaben al Señor por su amor,
por sus maravillas con el ser humano!
9 Porque él sació la garganta ávida,
al hambriento llenó de manjares.
10 En oscuridad y tinieblas vivían,
cautivos de la miseria y el hierro,
11 por desobedecer la palabra de Dios,
por despreciar el designio del Altísimo.
12 Él doblegó su corazón con penas,
desfallecían y nadie los ayudaba.
13 Pero en su angustia gritaron al Señor
y él los salvó de sus penurias.
14 Los sacó de tinieblas y sombras,
rompió sus cadenas.
15 ¡Que alaben al Señor por su amor,
por sus maravillas con el ser humano!
16 Pues rompió las puertas de bronce,
destrozó los cerrojos de hierro.
15 En lugar de estar abandonada,
despreciada, sin habitantes,
te convertiré en orgullo de los siglos,
gozo de generaciones y generaciones.
16 Mamarás la leche de los pueblos,
mamarás de los pechos de reyes,
y sabrás que yo, el Señor, te salvo;
que tu redentor es el Fuerte de Jacob.
17 En lugar de bronce, te traeré oro,
en lugar de hierro, te traeré plata,
en lugar de madera, bronce,
y hierro en lugar de piedras.
Te pondré como gobernante la paz,
la justicia será quien te dirija.
18 Ya no habrá violencia en tu tierra,
ni exterminio ni destrucción
dentro de tus fronteras;
llamarás a tu muralla “Victoria”
y dirás a tus puertas “Alabanza”.
19 Ya no será el sol tu luz durante el día,
ni el resplandor de la luna te alumbrará,
pues será el Señor tu luz para siempre,
tu Dios te servirá de resplandor;
20 tu sol ya no se pondrá
y tu luna no menguará,
pues será el Señor tu luz para siempre
y se habrá cumplido tu tiempo de luto.
21 Todos los de tu pueblo serán justos,
poseerán la tierra a perpetuidad:
ellos son el brote que planté,
la obra que realicé para mi gloria.
22 El pequeño acabará siendo mil,
el más joven un pueblo potente.
Yo, el Señor, no tardaré
en cumplir todo esto a su tiempo.
Jesús, luz del mundo
12 Jesús se dirigió de nuevo a los judíos y les dijo:
— Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
13 Los fariseos le replicaron:
— Estás declarando como testigo en tu propia causa; por tanto, tu testimonio carece de valor.
14 Jesús les contestó:
— Aun cuando yo testifique a mi favor, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a dónde voy. Ustedes, en cambio, no saben ni de dónde vengo ni a dónde voy. 15 Ustedes juzgan con criterios mundanos. Yo no quiero juzgar a nadie 16 y, cuando lo hago, mi juicio es válido, porque no estoy yo solo; conmigo está el Padre que me envió. 17 En la ley está escrito que el testimonio coincidente de dos testigos es válido. 18 Pues bien, a mi testimonio se une el que da a mi favor el Padre que me envió.
19 Ellos le preguntaron:
— ¿Dónde está tu padre?
Contestó Jesús:
— Ustedes ni me conocen a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre.
20 Jesús hizo estas manifestaciones cuando estaba enseñando en el Templo, en el lugar donde se encontraban los cofres de las ofrendas. Pero nadie se atrevió a echarle mano porque todavía no había llegado su hora.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España